viernes, 28 de marzo de 2014

Cómo funcionan las máquinas

Autor: Nick Arnold
Ilustrador: Allan Sanders
Editorial: Macmillan, Madrid, 2012. 18 €

Nick Arnold es un experto divulgador  multidisciplinar que se dirige a un público infantil y juvenil captando su atención con provocadores títulos como Esos microscópicos monstruos, Sangre, huesos y otros pedazos del cuerpo, etc.
Sus inicios como escritor de este tipo de contenidos parten de la experiencia que como profesor de La Universidad del Norte de Londres llevó a cabo impulsando un proyecto donde enseñaba ciencia a los niños. Desde entonces se ha convertido en un agitador de conciencias adolescentes desentrañando de forma irreverente y divertida los misterios de la ciencia, de la historia, de la naturaleza o del cuerpo humano; sus intervenciones públicas se concretan en encuentros con escolares, programas en radio y televisión, festivales culturales y publicaciones como las arriba citadas o ésta que ahora presentamos.
En este caso se trata de un libro-caja de herramientas en cuyas primeras veinte  páginas nos va presentando las fuerzas que actúan en diversos mecanismos ideados por el hombre (plano inclinado, tornillo, palanca, noria, polea, etc.) y de qué modo sus aplicaciones han resultado ser fundamentales para la construcción de pirámides, molinos de agua y de viento, grúas, trenes cremalleras, gatos de coches, locomotoras, bicicletas, relojes, ascensores, escaleras mecánicas o montañas rusas. Tales dispositivos y sus componentes se explican a un nivel muy sencillo y de forma clara y amena.

En la segunda parte del libro las páginas dejan el espacio a una caja de cartoné en cuyo interior se encuentran los elementos para construir 12 máquinas simples; dichos elementos van desde un tablero perforado acompañado de tuercas, pernos, hilos y arandelas hasta 36 piezas de máquinas de distintas formas y tamaños.
El libro en cuestión busca fomentar la creatividad, la destreza manual y la resolución de problemas; pero también resultará ser una magnifica herramienta para excitar la curiosidad y abrir la mente hacia la comprensión del funcionamiento de diversos ingenios de la vida cotidiana. (PM) Publicado en Peonza  nº 104, Marzo de 2013.

martes, 25 de marzo de 2014

Leer no es solo leer literatura (III)

ESTRUCTURAS TEXTUALES Y FORMAS DE LECTURA (II)

 Diversidad de textos
Si repasamos las demandas de algunas tipologías textuales observamos que ciertas novelas tienen profusas descripciones y una abigarrada retórica donde el lector se mueve por el relato como navegante solitario en proceloso mar. Como contraste, algunos cuentos mantienen estrictamente las reglas de la concisión, la celeridad y la precisión; reina la elipsis, la omisión (teoría del iceberg - siete octavas partes invisibles por cada parte que se ve-), la ambigüedad y una economía verbal a base de tachar, simplificar y reescribir; el lector ahora está encima de ese témpano de hielo, deduciendo, sospechando, vislumbrando toda la masa que se esconde bajo el agua. He aquí dos propuestas que exigen ser leídas de forma distinta.
 

La poesía es ya un caso aparte y, para algunos, ni siquiera es literatura ya que ésta descansa en la ficción, mientras que la poesía no; así lo cree Antonio Gamoneda para quien el poeta expresa hechos existenciales (sufrimientos, gozos, temores), siendo por tanto una emanación de la vida. El tipo de lectura que requiere este arte de colocar “las mejores palabras en el mejor orden” según Cernuda, exige una forma de leer especial; dice Bloom que “un criterio fundamental para juzgar si un poema es bueno es que soporte la lectura más atenta y vigilante” y un poco más adelante nos aconseja que siempre que sea posible “hay que aprenderse los poemas de memoria”[1]; la lectura en voz alta es también muy apropiada para este género, acostumbrando a hacerla entonada, artística y comprensible; así, cada vez será más gratificante, permitirá al lector escuchar ecos que resuenan en su interior y descubrirá cosas de sí mismo que posiblemente ignoraba que sabía.

Sería de gran ayuda para nuestros alumnos que antes de empezar a leer estos géneros supieran realmente a qué se enfrentan, y saber así cómo deben predisponerse en cada caso para abordarlos con éxito; el que no lo hagan solos, tampoco en Secundaria, puede ser uno de los mejores caminos para conseguirlo.
   


El discurso científico
Un tipo de lectura muy distinto es el que demanda el discurso académico, que exige un alto grado de concentración y una mente presta a la asociación de ideas, al contraste con lo ya conocido y a la reconstrucción mental permanente; para que la recepción sea eficaz se requiere, a su vez, un entrenamiento en sus contextos determinados ya que una misma palabra puede adquirir un significado particular en cada materia.
En definitiva, el discurso académico favorecerá la comunicación científica si se despliega una actitud mental específica que ponga en marcha el tipo de lectura que exige dicho texto; y así, será necesario diferenciar con precisión el objetivo que se persigue y utilizar el razonamiento como intento de solucionar un problema, resolver un interrogante o explicar un acontecimiento.
 
A partir de aquí vendrán las sucesivas tareas de formular preguntas y clarificar el alcance de éstas; identificar los conceptos clave y explicarlos con claridad y precisión; identificar los supuestos y cómo éstos determinan los puntos de vista; verificar que las conclusiones son consistentes; y, por último, considerar las implicaciones y las consecuencias.
 


Dado que lo que caracteriza al lenguaje científico es el alto grado de abstracción y el predominio de formas impersonales dentro de un estilo preciso y riguroso, la forma de lectura a emplear debe adaptarse a estas condiciones; deberá predominar, por tanto, la reflexión, la reconstrucción y la sugerencia a partir de los contenidos expresados. Se tendrá en cuenta además que, en tales textos, tan importante como la comprensión en sí es la capacidad de los alumnos para establecer relaciones entre los conceptos que se expresan y los conocimientos adquiridos en otras situaciones.[2]
 


En el caso de los libros de matemática, además de lo que se acaba de exponer, todo lector debe saber que no puede aplicar una lectura secuencial, sino que por el contrario, deberá moverse hacia atrás o hacia delante en búsqueda constante de las referencias a otros problemas, otros presupuestos y otras soluciones.

La Biblioteca es el lugar privilegiado para perseguir todos los objetivos posibles de un lector; por tanto es allí donde el estudiante puede acceder, consultar y confrontar las variadas estructuras textuales y desarrollar así las correspondientes formas de lectura; la presencia y ayuda atenta del profesor es imprescindible para evitar desorientaciones, decepciones y deserciones.

Pero también el aula, donde se sucede el día a día del trabajo escolar, debe cobijar esta labor. Los libros de texto suelen presentar ciertas deficiencias (de organización, de jerarquización) que dificultan su comprensión; enseñar a los alumnos a detectarlas provocará una lectura más crítica y activa; es decir los estudiantes tendrían que plantearse continuamente qué se pretende comunicar, si está siendo expresado correctamente o por qué el texto plantea dificultades de comprensión.

De este modo el alumno deberá hacer un esfuerzo consciente por “construir” el significado de lo que está leyendo. Además tomará conciencia de que los textos pueden tener una redacción inadecuada, aprenderá a descubrir las carencias o los errores y sabrá qué hacer ante ellos, controlará sus propios procesos de comprensión y, paulatinamente, irá acercándose al texto escrito con mayor madurez y eficacia.

Ayudará a esa comprensión y fijación el tener que reescribir, resumir o expresar en forma escrita y gráfica el modelo mental que el lector está construyendo sobre el significado del texto; tal modelo deberá estar bien organizado y presentar las ideas jerarquizadas.
 


El mismo papel que se ha dado al cultivo de la escritura creativa como el mejor camino para el fomento de la lectura literaria, (G. Rodari, V. Moreno, JL. Polanco) se podría aplicar a la escritura de estudio como apoyo de una lectura comprensiva de textos complejos; la aplicación de este tipo de escritura en la reconstrucción, reordenamiento y selección de la información, favorece además la producción de significados y la generación de nuevas ideas y nuevas conexiones entre los conocimientos que se poseen.[3]

La facilidad con que los soportes digitales permiten saltos y disgresiones son un arma de doble filo porque, si bien por un lado significan una profundización en ciertos aspectos de un tema, por otro son una forma de desviarse de éste con la consiguiente dificultad para mantener la línea de un argumento. El problema no es sólo el riesgo de “andarse por las ramas” sino el de volver de nuevo al tronco, a la línea principal del razonamiento.

Por eso hay ciertas preguntas que el buen lector siempre se ha hecho y ahora nos parecen aún más pertinentes: ¿Dónde estoy? ¿A dónde me lleva esto? ¿A dónde quiero ir? 

(Adaptacion a partir del artículo Leer es más que leer literatura publicado en Peonza nº 92)



[1] Bloom, Harold: Cómo leer y por qué. Ed. Círculo de lectores. Barcelona. 2000 pp.74-75
[2] Márquez, Conxita y Prat, Ángels: “Leer en clase de ciencias” en Enseñanza de la Ciencias, Servicio de Publicaciones de la U.A. de Barcelona. V. 23 n.3 2005 p. 431 y ss.
[3] Colomer T. y Camps A.: Enseñar a leer, enseñar a comprender. Celeste Ediciones/MEC. Madrid, 1996 p. 25

viernes, 21 de marzo de 2014

El ladrón de cerebros

Autor: Pere Estupinyà
Editorial: Debolsillo, Barcelona, 2012.  9,95 €

Está publicado por la Editorial Debate en 2010 al precio de 22,90 €. Traigo aquí la edición de bolsillo de 2012 porque resulta muy asequible para su compra y muy manejable para su lectura.
El autor Pere Estupinyà es un bioquímico, que fue profesor de “Ciencia,Tecnología y Sociedad” en la Universidad Ramón Llull y que ha participado como guionista y editor del Programa de TVE “Redes”. Tras obtener la prestigiosa beca Knight de periodismo científico pasó el año 2007 entre el Instituto Tecnológico de Massachusetts y la Universidad de Harvard donde tuvo la oportunidad de conocer, entrevistar  o asistir a las clases de eminentes científicos de todas las ramas del saber e introducirse en algunos de los laboratorios y centros de investigación más punteros de la ciencia. Parte de esta experiencia intelectual a la par que vital ha ido quedando reflejada en su blog.

El presente libro es una reflexión más meditada, documentada y extensa de esos apuntes rápidos que iba colgando en la Red y que todavía sigue alimentado. Entre otras muchas cosas El ladrón de cerebros  nos muestra de forma ingeniosa el recorrido de un virus de resfriado por algunos de nuestros órganos, los procesos cerebrales en la toma de decisiones no tan meditadas como pudiéramos pensar, el comportamiento de las hormonas cuando uno se enamora o las implicaciones de la teoría del Caos; también nos describirá su asombro al observar a un gusano con ocho cabezas conseguido en un laboratorio, su admiración al escudriñar células de la piel reprogramadas para funciones cardíacas o su estupefacción al conocer el comportamiento de algunos parásitos que se instalan en el cerebro de las hormigas para dirigir su conducta en beneficio propio.
En definitiva con un planteamiento entretenido el libro aborda las cuestiones e investigaciones más avanzadas de la neurociencia, la cosmología, la genética, la psicología, la sociología de la ciencia o el cambio climático y nos lo ofrece con una gran claridad. Consciente de las dificultades de algunos de los temas tratados el autor afina su razonamiento y lo envuelve de la pasión y el entusiasmo que siente por el conocimiento científico, transmitiéndolo con unos textos convincentes, atractivos y ampliamente comprensibles. Pere Estupinyà consigue hacer disfrutar con la  divulgación científica al plantear la ciencia como una aventura apasionante. El lector se lo agradecerá. (P M) Publicado en Peonza Nº 104 Marzo 2013 

martes, 18 de marzo de 2014

El tiempo


Autora: Diane Costa de Beauregárd y Catherine de Sairigne
Traducción: Fernando Bort Misol
Editorial: SM, Madrid, 1997. 20,80 €

Destacamos este volumen de la serie Naturaleza en la que también podemos encontrar otros títulos como Viajar por el Univeso o El árbol y el bosque; esta misma colección cuenta con otras series como Artes Plásticas (El trabajo de los escultores, El arte de construir), Música, artes escénicas y espectáculos (La música y los instrumentos, Érase una vez el cine), Ciencias (Del “Big Bang” a la electricidad, Volar, el sueño del hombre).
   
Todos ellos tienen en común la espectacularidad de su presentación mostrando además que esto no está reñido con el rigor y la solidez del texto.

Se trata de libros-objeto, interactivos, que se pueden leer, mirar y manipular. Compuestos con un papel especial y maquetas de cuidado diseño, cuentan con pegatinas, acetatos, gafas especiales, asombrosas fotografías, troquelados, elementos móviles, ilustraciones a todo color en dos y tres dimensiones, desplegables ingeniosos y sorprendentes propuestas desde cualquier insospechado rincón a la vuelta de una hoja.

Con este tipo de recursos conocer cómo avanza una borrasca, cómo se producen los vientos o cómo se predice el tiempo, entre otros fenómenos, se convierte en una aventura apasionante y llena de sorpresas. Diversión y conocimiento hermanados, placer sensual e intelectual asegurados. De esto estamos hablando. (PM) Publicado en Peonza nº 93

viernes, 14 de marzo de 2014

Leer no es solo leer literatura (II)

ESTRUCTURAS TEXTUALES Y FORMAS DE LECTURA (I)

A menudo cuando profundizamos en los textos buscamos su estructura, su armazón, ese esqueleto que se esconde tras las palabras y las frases, las da forma y sostiene su sentido; y enseñamos a los alumnos a detectar y analizar esa estructura interna, a desvelar su radiografía; pero, con frecuencia, olvidamos incitarles a pensar en cómo leer eso que estamos analizando; o quizás en cómo no debe ser leído.

Desde las diversas estructuras y los diferentes textos se llega a la conclusión de que no todos pueden leerse del mismo modo; y es conveniente recordar a este respecto que de la forma en que se afrontan algunos textos depende, muchas veces, la continuidad de su lectura.
  
Por ejemplo, hay textos de relato lineal y directo cuya única pretensión consiste en que sus palabras y frases sean consumidas con fruición satisfaciendo curiosidades anecdóticas o provocando emociones primarias; es esa "literatura de besuqueo entre autor y lector", en palabras de José María Guelbenzu. Sin embargo cuando estamos ante un texto en el que, como dice José Mª Merino, se utiliza el lenguaje, no para describir la realidad, sino para descifrarla, interpretarla y hacerla así más asequible, entonces la relación con el autor adquiere otras características; ciertamente debe producirse una conexión, pero en este caso el autor exige del lector un profundo interés por el texto, penetrar en su hondo sentido y desplegar su mente lectora con toda la inocencia para compartir el sentido lúdico, aunque también, con toda la astucia para detectar las claves que cree entrever y que se agazapan tras las frases.

En tales condiciones, el lector debe asumir propuestas que le pueden producir quebraderos de cabeza, le desmonten algunas de sus ideas preconcebidas o salga con un interrogante donde antes había una respuesta; he aquí una estirpe de lectores que aplica una forma especial de leer distinta, distinguida y distintiva; la estirpe de lectores que debemos formar y fomentar. 

 La relación entre la lectura de un texto y la calidad del acto intelectual que dicha lectura supone es clave para conseguir un resultado satisfactorio en el lector. Los abandonos en la lectura tienen tanto que ver con frustraciones en dicha relación como con la falta de interés y motivación; reconociendo además que desmotivación y frustración lectora son aliados naturales. Teresa Colomer nos recuerda cómo la teoría de la recepción insiste en que el texto no es el único elemento del fenómeno literario, sino que también se debe tener en cuenta la reacción del lector, resultando así que la respuesta afectiva del lector puede influir más en su comprensión del texto que la propia organización de éste.[1]
 

Por eso entendemos que hay que aprender a leer en diversidad de textos para que cada texto se lea como es debido. Borges consideraba que la función lectora era tan importante que llegaba incluso a determinar la naturaleza de los géneros literarios: “Los géneros literarios dependen, quizás menos de los textos que del modo en que éstos son leídos. El hecho estético requiere la conjunción del lector y el texto y sólo entonces existe.”[2]

  (Elaboración a partir del artículo "Leer es más que leer literatura" publicado en Peonza nº 92)

[1] Colomer, Teresa: La formación del lector literario. Fundación Germán Sánchez Ruipérez. Madrid, 1998 pp. 75 y siguientes. 
[2] Borges Oral. Editorial Bruguera. Barcelona 1980.  p.72

martes, 11 de marzo de 2014

¿Por qué la nieve es blanca? La ciencia para todos


Autor: Javier Fernández Pacheco
Editorial: Páginas de Espuma, Madrid, 2007. 15 €

¿Por qué ahorran las lámparas de alto rendimiento? ¿Qué es la navaja de Ockham? ¿Como mantenemos el equilibrio? ¿Qué es el corte de digestión? ¿Cómo funciona la fibra óptica? ¿Por qué hay piedras en el riñón? ¿Cómo respiran los peces? ¿Cómo cogen efecto los balones? ¿De qué color son las cosas? ¿Qué es el gato de Schrödinger? ¿Por qué hay fósiles marinos en el Himalaya? ¿Cómo se taponan los oídos? Y así hasta 202 preguntas. Este libro es continuación de otro anterior ¿Por qué el cielo es azul? La ciencia para todos, que respondía también a otras 202 preguntas de todo tipo y color como se ha podido observar en la selección que introducen estas líneas. Preguntas sorprendentes, explicaciones asequibles de cosas complejas, experimentos sencillos, algo de humor, todo ello muy interesante y para cualquier edad y formación.

Se puede leer de un tirón, consultando términos, saltando de una pregunta a otra u hojeándolo; se puede hacer “a ratos”, en el autobús, en la playa, antes de dormir,… (PM) Publicado en Peonza nº 93

viernes, 7 de marzo de 2014

La criatura del bosque


Autor: Pedro Riera
Editorial: edebé. Barcelona, 2009. 15 €

 

Matías es un niño de diez años que tiene la capacidad especial de conversar con los objetos y con los animales de su alrededor; tal don le acarrea numerosos problemas en su entorno familiar y social.
Estamos pues ante un singular relato en el que la inserción de lo imaginario en el tejido de lo cotidiano da como resultado una nueva realidad compuesta por lo que se vive, lo que se imagina y lo que se sueña; y aunque nuestro protagonista acepta con naturalidad lo incomprensible y lo absurdo no tiene ningún problema en distinguir entre su realidad movediza, de límites borrosos, con grietas por donde se filtran indicios de lo fantástico, y ese otro mundo más romo y apagado que perciben los demás; un mundo en parte hostil hacia él, y en el que aflora la rivalidad, la crueldad o el chantaje del que él será víctima.

La estructura de la obra es un poco titubeante; atiende a innecesarias historietas menores y abusa de posibles finales resultando de todo ello una lectura de largo aliento, quizás demasiado. Pero por el contrario, el misterio de la criatura del bosque tensa el relato y actúa como señuelo para el lector que debe ir elaborando y reelaborando hipótesis explicativas, acerca de lo que se dice o se intuye sobre ese monstruo, y desechándolas a medida que va surgiendo nueva información y nuevas sorpresas.  
(PM) Publicado en Peonza nº 92

martes, 4 de marzo de 2014

LEER NO ES SOLO LEER LITERATURA (I)


La animación y formación lectora, cuando se hacen en Secundaria, se llevan a cabo desde el área de Lengua y Literatura. Pero los alumnos de esta etapa tienen que hacer frente a textos de otras áreas en donde no predomina la narración, sino la argumentación, la clasificación o la abstracción, estructuras textuales con las que no han tenido oportunidad de familiarizarse. Tales propuestas textuales no pueden leerse como una novela, ni es la imaginación lo que hay que activar, sino la reflexión, el razonamiento y la reconstrucción mental. El presente artículo sostiene que la formación lectora hay que hacerla desde todas las áreas y por todos los profesores. 
 
1.- La lectura desde la etapa de Secundaria
Con frecuencia podemos observar que alumnos de Secundaria tienen rendimientos académicos bajos porque se sienten incapaces de entender el sentido de determinadas páginas impresas. Es posible que puedan disfrutar con la lectura de un relato pero se pierden

ante una argumentación o una reflexión con un cierto grado de complejidad. En realidad están aplicando el nivel de lectura de entretenimiento que aprendieron en Primaria y que allí quizás les bastaba pero, ante las exigencias intelectuales que les demandan los nuevos textos, no sólo no pueden abordarlos con seguridad y eficacia sino que se sienten desbordados por ellos.
   
Comprender los diversos materiales de lectura, saber enfrentarse a los distintos tipos de textos, constituye un problema educativo central en la Enseñanza Secundaria.
Y no nos estamos refiriendo al saber leer en sentido literal que todos damos por supuesto, ni siquiera a la lectura por placer como ha quedado dicho; estamos hablando de esa competencia lectora necesaria para aplicarla con rigor e inteligencia a las distintas propuestas textuales y contextuales; una competencia capaz de desplegar distintos niveles y formas de lectura para adoptar diversos grados y tipos de comprensión en función de las necesidades que los variados textos demandan.