lunes, 31 de agosto de 2015

Experimentos (Las travesuras de la química)

Autores: Asociación Petits Débrouillards
Editorial  S.M. Madrid, 2002 

Asesorados por la Academia Francesa de Ciencias, la Asociación “Pequeños Espabilados” se ha propuesto la promoción y difusión de la Ciencia a través de una mirada lúdica y divertida; y la editorial SM con buen criterio ha emprendido la tarea de verter al castellano esta colección; Secretos del agua, El corazón de la Tierra, Las ilusiones de la vista,  Las travesuras de la Química, están entre los primeros títulos.

Este que ahora comento, intenta que el lector comprenda lo que pasa a su alrededor y aprenda a mirarlo con los ojos de la explicación científica, de la racionalidad, averiguando así el porqué de algunos fenómenos de la vida cotidiana. En esencia el libro es una serie de propuestas de sencillos y fáciles experimentos, con un indudable efecto visual y un eficaz impacto mental. Los materiales necesarios para llevarlos a cabo suelen estar disponibles en el hogar y no son peligrosos: azúcar, sal pimienta, agua, aceite, vinagre, detergente, arena, tiza, globos, alcohol, mostaza, etc. 
En definitiva, se trata de acercar la química a los más jóvenes desmitificando algunos de sus misterios. Puede despertar vocaciones entre los lectores de 8 a 12 años. (P.M.) Publicado en el Diario Montañés.

viernes, 21 de agosto de 2015

EL PEOR VIAJE DE NUESTRAS VIDAS


Autores: Leguineche, M., Jesús Torbado y otros
Editorial Plaza y Janés, Barcelona 1998


He aquí un libro que no envejece, y que resulta estimulante en tiempo de vacaciones.
Se trata de una recopilación de 13 relatos de viajes que resultaron ser verdaderas aventuras  para los protagonistas y que podrían haber terminado en dramáticas experiencias. No fue así y por eso los tenemos aquí, porque pudieron contarlo. 
  

Manuel Leguineche, Luis Pancorbo, Javier Nart, M. de la Cuadra Salcedo, Rosa Regás, Javier Reverte, Carmen Sarmiento, Jesús Torbado, son algunos de los viajeros empedernidos que tienen a bien contarnos con humor unos, con nostalgia y afecto otros, con ironía y aguda observación todos, el peor viaje de sus vidas. Viajes llenos de percances, de presencias humanas abominables, de riesgos e infortunios, de fracasos y desilusiones,… 
Pero también podemos ver cómo se encarga el recuerdo de suavizar perfiles y resaltar lo más rico y expresivo. 

Y resulta al final que el peor viaje no resultó tan malo, ya que a la postre lo que importa no es la meta del viaje, sino la manera de lograr ese objetivo, y se acepta que cuanto más arduo es el camino más merece la pena el viaje. 

Son labores de periodismo las que les llevan a los escenarios más recónditos, más exóticos o más inhóspitos. Sin duda esta profesión es una de las que proporciona una mejor excusa para no parar en casa y saciar así una de las inquietudes más íntimas del viajero: el conocimiento  de gentes en situaciones límite, la observación de la agitación de países o la denuncia de la crueldad humana; son las exageraciones de la vida. 
 Publicado en El Diario Montañés

martes, 18 de agosto de 2015

Virtudes públicas
Autora: Victoria Camps
Editorial: Espasa Calpe, Madrid 1990

La autora reconocía ya en los años noventa la debilidad de  las ideologías y el asedio y control de las sociedades occidentales por el liberalismo económico y político.  Los años posteriores lo confirmarían plenamente. Por eso este libro cobra plena actualidad, porque quizás no sepamos con certeza hacia donde hay que ir (tras la caída de las utopías), pero sí sabemos qué es lo que no nos gusta e incluso lo que no debe tolerarse.

Victoria Camps acude a la ética para ayudarnos en este nuevo panorama, porque entiende que es función de aquélla enseñar a querer lo que merece ser querido y educar los sentimientos para que se ajusten a los fines que persigue la justicia.
Y como la ética no se mueve en el plano individual, no es concebible sin contemplar  la relación con “el otro”, sus propuestas adquieren dimensiones públicas.
  
Entre las cualidades básicas que considera debe tener el sujeto democrático según la ética que ella desgrana, destacan la solidaridad, la responsabilidad y la tolerancia a los que dedica otros tantos capítulos.
También dedica importantes apartados a la profesionalidad (“la única que es respetada”), a la educación como formación del carácter, a la mujer, a las identidades (culturales, políticas) y un último capítulo a la corrupción de los sentimientos.

Frente al ciudadano que vive encerrado en su vida privada,  propone la autora una reflexión sobre los valores (virtudes públicas) que deben mejorar la vida en común. Valores que deben combatir la indiferencia, autocomplacencia y apatía políticas; valores que deben hacer frente a las necesidades sociales de cooperación, de participación de las decisiones públicas y de asunción de responsabilidad colectiva; y que deben dar respuesta a las desigualdades,  injusticias y marginalidad.  

Concibe la democracia como la búsqueda y satisfacción de necesidades e intereses comunes, para lo cual cree que además de definirlos hay que  establecer prioridades y construir un clima de colaboración y cooperación. Entiende que las cualidades básicas del sujeto democrático son la solidaridad, la responsabilidad y la  tolerancia. Y añade, debe  fomentarse el valor de la solidaridad, sentimiento cercano a la amistad, al efecto y a la comprensión, porque la sociedad es injusta y aunque es insuficiente para resolver las injusticias, es condición necesaria para la renuncia al egoísmo que es el desinterés por los otros.
 Por último, y siguiendo a Habermas, mantiene que el origen y fundamento de la ética está en la comunicación humana, porque solo a través del diálogo es lícito obtener acuerdos éticos, es decir racionales. Pero tiene que ser un diálogo simétrico para que tengamos una democracia perfecta porque el discurso político trata de cuestiones opinables; el problema está en si se deben considerar todas las opiniones del mismo valor, en si todos los ciudadanos están capacitados para emitir un juicio racional y válido sobre cualquier tema que tenga que abordar un sociedad avanzada. 


Nada nuevo, pero nada más actual, ni más oportuno, ni más cívico; y nada fácil de resolver.

viernes, 14 de agosto de 2015

El control del fuego

Desde que se produjeron las primeras piedras talladas por el hombre prehistórico hasta que se ven los primeros indicios en Kenia de dominio sobre el fuego debieron de pasar más de 400.000 años. Y estos yacimientos de Kenia, verdadera cuna de la Humanidad, se sitúan aproximadamente hace 1,6 millones de años. Los habitó el llamado Homo erectus, y no es por casualidad que fuera de esta especie el primer homínido que se extendiera por África y por Asia.

En efecto, es este Homo el que empieza a producir, a dominar y a utilizar el fuego con importantes repercusiones en su desarrollo posterior que, como en el caso del desarrollo de las manos, impulsará al homínido por encima del  resto de los animales; con este elemento se protegerá de ellos, los atacará y finalmente  los cocinará. 
Y otra importante consecuencia: con el control del fuego se inicia también el condimento de los alimentos lo que a su vez favorecerá la ampliación de la dieta alimenticia así como la adaptación a diferentes ambientes, los saltos evolutivos y las mutaciones genéticas.  Todo ello se traducirá en dientes e intestinos más pequeños. En el caso de los dientes  su reducción de tamaño y el retraimiento de la quijada tendrá como contrapartida mayor espacio craneal para un aumento de la capacidad cerebral. (Ver entrada La importancia de la pinza ya publicada en esta misma sección).

martes, 11 de agosto de 2015

EN BUSCA DE KLINGSOR



Autor: Jorge Volpi
Editorial: Seix Barral. Barcelona, 1999



Excelente trabajo el que realiza el escritor mejicano Jorge Volpi con esta novela. El argumento gira en torno a las vicisitudes por las que atraviesa  un científico militar americano que trata de descubrir e identificar al científico alemán que impulsó, supervisó y coordinó los laboratorios donde investigadores físicos y matemáticos trabajaban en la construcción de la bomba atómica para el régimen nazi instaurado por Hitler.  Algunos de los personajes son de ficción, otros son rigurosamente históricos como también lo son las teorías y hallazgos científicos que ellos elaboraron o descubrieron. Por eso podemos decir, en parte, que estamos ante un tratado novelado de la ciencia de la primera mitad del siglo XX.
  

Pero el autor se sirve de este telón de fondo para hacer también otras consideraciones: algunas son de carácter especulativo, como las relaciones entre literatura y ciencia, entre literatura y ensayo, entre ciencia e historia o entre ciencia y política. Otras son de índole moral: las relaciones entre la ciencia y la ética, entre la ciencia y la conciencia personal, entre la ciencia y la dignidad humana o la reflexión sobre el sentido del progreso. Por último, hay una cuestión que prevalece sobre las demás, las relaciones entre la ciencia y el mal. 


Es pues un libro denso, con diversos niveles de lectura. Sin embargo la intriga y el suspense magistralmente dosificados, mantienen el interés de la obra al tiempo que la hacen extraordinariamente amena, sin que sea necesario que el lector tenga unos grandes conocimientos de física cuántica, sepa lo que es el principio de incertidumbre, o domine la teoría de la relatividad. Para lectores consolidados y con cierta madurez a partir de los 16 años. (P.M.) Publicado en El Diario Montañés.

martes, 4 de agosto de 2015

La isla del Dr. Moreau

Autor: H.G. Wells
Editorial: Anaya Madrid, 1990


Las noticias sobre la manipulación genética y su proyección futura con seres humanos, son cuestiones cuyo alcance ético es discutible, polémico y difícil de zanjar desde una doctrina que se pretenda universal y objetiva.  

En la obra que comentamos la investigación científica incontrolada llevará a un doctor a jugar con la evolución de las especies, experimentando y pretendiendo erigirse en un pequeño dios creador de nuevos seres inteligentes... El resultado es horriblemente monstruoso. La ciencia ficción se presentaba como lejana y remota posibilidad. Lo que entonces podía tacharse como relato descabellado fruto de una imaginación desbocada,  hoy nos amenaza  con la pesadilla de una historia que cada vez desentona menos. 


Wells opone los conceptos de evolución y ética mostrándonos cómo el progreso evolutivo lleva  parejo una regresión ética. Su propuesta es que el proceso ético no debe imitar al proceso cósmico sino combatirlo. El sentido moral de esta obra se traduce en la necesidad de combatir los instintos animales del hombre con la disciplina educativa. 
Una lectura más actualizada nos recuerda que en toda nueva tecnología, hay siempre consecuencias colaterales, a veces no previstas, que pueden contrarrestar los beneficios buscados. Cuando es el ser humano el que está por el medio esta afirmación se hace particularmente inquietante. (P.M.) Publicado en El Diario Monmtañés