Frenando el cambio climático
El autor Mark Stevenson en su
libro Un viaje optimista por el futuro (Galaxia Gutemberg, 2011)
describe un interesante método llevado a cabo en Australia por el que se pueden
extraer miles de millones de toneladas de CO2 de la atmósfera cada año.
Es una forma segura, eficiente,
inmediata y rentable, al tiempo que aumenta la biodiversidad, fomenta la
seguridad alimentaria, invierte el avance de los desiertos y mejora la vida en
las comunidades rurales.
Se basa en el mismo principio por
el que se desarrolla el paisaje del Serengueti, una pradera natural que acoge a
dos millones de animales; éstos, que están en un continuo peregrinaje, comen
las puntas de las hierbas solamente y como avanzan no esquilman la planta; por
el contrario esta forma apresurada de pacer favorece el renacimiento de la
planta ya que al reducir su altura el sol entra más en la base del
tronco herbáceo donde los brotes al recibirlo salen con más brío. La altura de la planta hubiera sido un
problema. Los animales son fundamentales para su regeneración constante sin llegar a esquilmarla al no volver a ella hasta el año siguiente.
Pues bien, esto no ocurre con las
granjas en clima seco porque tienen a su ganado pastando en los mismos prados
siempre con lo cual terminan debilitando la vegetación al incidir una y otra
vez en la misma planta hasta llegar a los brotes. Y cuando se pierde vegetación
disminuyen los niveles de carbono en el suelo que va a parar a la atmósfera.
Es esta una degradación que se viene produciendo en las praderas de todo el mundo.
Sabemos que el suelo necesita la
hierba para enriquecerse en humus y por tanto en CO2. El Serengueti nos dice
que la hierba necesita animales, a pesar del metano. Por tanto no es que
tengamos demasiado ganado, es que tenemos poca hierba. Trabajando conjuntamente
estos dos elementos el sistema sería una gigantesca bomba extractora de carbono
pudiendo extraer cantidades ingentes de CO2 de la atmósfera.
Este es el modelo implantado en
el interior australiano; y allí se constata que se está rejuveneciendo la
biodiversidad a la vez que aumentan los beneficios de las granjas y se captura
CO2 para fijarlo en el suelo.
En casi todo tipo de suelo, si se
aumenta la materia orgánica (hierbas por ej.) un 1 por ciento a una profundidad
de treinta centímetros (raíces), se secuestran aproximadamente cien toneladas
de CO2 por hectárea.
La FAO calcula que hay 3500
millones de hectáreas de pastos agrícolas en nuestro planeta. Si pudiéramos
aumentar la materia orgánica en ellas en un 1 por ciento se compensarían doce
años de emisiones de CO2 en el mundo entero.
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