martes, 2 de enero de 2018

El señor de las moscas



Autor: William Golding
Editorial: Alianza. 1983.

Un grupo de muchachos adolescentes tiene que sobrevivir en una isla deshabitada tras un accidente aéreo en el que mueren el piloto y otros adultos que les acompañaban. Sin personas mayores que les orienten, fijen unos límites o establezcan unas mínimas normas de convivencia, los instintos más primarios se desatan y el grupo pronto se verá desbordado por las circunstancias que ellos mismos propician;  la civilización cede así ante la barbarie.  

Pero ante la necesidad de una mínima organización para convivir (o coexistir) en un medio natural se plantean dos visiones enfrentadas en torno a las cuales se conforman dos bandos. Se desata así una feroz lucha por el poder entre los dos grupos con intereses contrapuestos. Ralph, simboliza el diálogo, el orden, la convivencia, el sentido común, y lidera a los que optan por mantener el fuego de la hoguera, es decir de la civilización; es además el fuego el que debe comunicar su situación. Defiende las reglas, las normas, porque sabe que es lo único que les puede separar de la selva, de lo salvaje, lo que les puede permitir seguir viviendo como animales racionales. Jack propone dejar que se extinga el fuego de la hoguera y olvidarse de la civilización de los adultos. A cambio opta por dar rienda suelta a los instintos más primitivos, por el uso de la caza, el recurso de la fuerza y, en definitiva, por la vuelta al estado primitivo y salvaje. Jack simboliza la tiranía, la intolerancia, la violencia, la crueldad.

La tensión entre ambas visiones de la organización social va en aumento y en esa particular batalla que enfrenta a la fuerza contra la moral cívica, ésta última tiene todas las de perder. 

William Goldin que participó en algunos de los acontecimientos más dramáticos del siglo XX despliega en esta novela algunas de las tesis sobre la historia europea en dicho siglo: ascensión de los fascismos, exhibición de fuerza y violencia, agresión de unos pueblos sobre otros en lo que se conoce como Segunda Guerra Mundial y, por último, la peligrosa tensión acumulativa de la Guerra fría que amenazaba con la destrucción total, con la autodestrucción; es en estos momentos de la guerra fría cuando escribe esta novela. Todo ello influirá en esta sombría y pesimista visión de la naturaleza humana que se desprende de esta fábula moral con indudables problemas éticos, y que van mucho más allá de una simple novela de aventuras.

No hay comentarios:

Publicar un comentario