martes, 7 de enero de 2014

Los colores de la lectura



J.L. Borges el escritor de las infinitas lecturas decía que mientras “otros se jactan de los libros que les ha sido dado escribir; yo me jacto de aquéllos que me fue dado leer”. Interesante reflexión que nos da pie para abordar el hecho de la lectura desde un plano humorístico no exento de cierto calado. Y es que ahora que estamos en plena transición del libro al soporte digital los editores se ven obligados a calibrar más sus apuestas editoriales con nuevos diseños, esmeradas carátulas de ricos colores e incluso con títulos claramente seductores.
A modo de sugerencia sobre un libro que versara sobre la lectura podríamos titularlo La lectura, el alimento de la inteligencia; o este otro La lectura tiene vitamina E y C. El volumen podría ir en naranja y la editorial debería dirigir sus esfuerzos de marketing en promocionarlo como el libro naranja de la lectura. 
 
Título ciertamente llamativo podría ser La lectura no es un cuento chino; el color no ofrecería ninguna duda; estaríamos ante el libro amarillo de la lectura. 
Y puestos a ser rigurosos e incisivos una propuesta de denuncia como Lectura y lectores en España, estaría aludiendo directamente a un libro negro
Veamos otros: La lectura hace ciudadanos conscientes es demasiado largo, pero es claramente reivindicativo como también lo es Leer es poder; e incluso este otro: Leer es contrapoder. Todo ello si aceptamos que un ciudadano lector está mejor informado, tiene más seguridad en sí mismo y es menos vulnerable frente a quienes pueden abusar del poder que ostentan. Esta resistencia frente a los poderosos estaría aludiendo sin duda al libro rojo.  

Más arriesgado hubiera sido este otro título: La lectura, un vicio solitario, y para continuar con el equívoco podría haberse presentado como el libro verde

Rebajando el tono y cambiando de registro, si se trata de un libro para concienciar a los padres podríamos pensar en títulos como La lectura en la infancia la segunda leche materna, metáfora que se colaría fácilmente en muchos hogares; y desde luego mucho más suave que este otro ciertamente contundente Leer es la leche. En todo caso con ambos títulos pondríamos en bandeja a la editorial el libro blanco de la lectura.

En fin, bromas aparte, reconozcamos que en cada uno de estos quiebros hay una parte de verdad.

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