martes, 29 de septiembre de 2015

Esas funestas fuerzas


Autor: Nick Arnold
Ilustrador: Tony de Saulles
Editorial Molino, Barcelona  1997


Este libro pertenece a una serie de líneas editoriales cuyos títulos generales son “Esa horrible ciencia”, “Esa horrible historia”  con cuatro libros publicados en cada una, o “Esa gran cultura” con dos libros en preparación. El que aquí estamos comentando pertenece, evidentemente, al primer grupo en donde también  se encuentran otros volúmenes tales como  “Huesos, sangre y otros pedazos del cuerpo”,  “Esa caótica química”, o “Esa repelente naturaleza”.   
Nick Arnold, autor de “Esas funestas fuerzas” dedica su tiempo libre  a la enseñanza de adultos en un instituto. Eso le da la autoridad y la experiencia necesarias para moverse con agilidad, humor e ingenio en una materia como es la física, impregnando sus leyes con atractivas historias y sabrosas anécdotas. El libro tiene la propiedad  de que si el lector es un poco paciente, aunque no le guste el mundo de las leyes de la física, terminará enganchándose y disfrutará con las curiosidades que acompañan a cada descubrimiento o con las posibles consecuencias de su puesta en práctica. La audacia de este autor está en aplicar esas leyes tan abstractas a las actividades cotidianas presentándonos así una realidad con otra perspectiva.  (PM) Publicado en El Diario Montañés.

martes, 22 de septiembre de 2015

LITERATURA CLÁSICA VERSUS LITERATURA DE DISEÑO (II)

d.) De la literatura "a la carta" a la literatura universal
            
       Se trata de conseguir que los niños y jóvenes se hagan adictos a la lectura, pero no a la lectura infantil o juvenil; por tanto ésta no puede ser excluyente, ni tener un horizonte cerrado; no olvidemos por otro lado que los jóvenes están fascinados por ellos mismos como tema. 
       Tratando temas que les interesen y utilizando un lenguaje accesible se consigue captar su atención y prender su voluntad, pero contribuimos a que se replieguen más sobre sí mismos. Se raya a veces en la adulación a estas generaciones tratando con excesiva ligereza o incluso el ridículo más grosero a los adultos que tienen que tomar decisiones por ellos; se culpabiliza al adulto y se absuelve al joven cayendo en una demagogia barata.  Hemos llegado a la situación de que  escribir para niños o para jóvenes se ha convertido en un "texto a la carta" en la que se condimentan los ingredientes arriba mencionados con algún que otro aditivo, dando como resultado un auténtico libro‑salchica; está en sintonía con la cultura de la hamburguesa. 

             Sin embargo se está actuando al revés de cómo surgió la Literatura Infantil y Juvenil. Algunas grandes obras clásicas de Literatura Juvenil no fueron escritas pensando en los jóvenes como tampoco Perrault pensó en un público infantil cuando recopiló sus cuentos. Han sido niños y jóvenes los que se han apropiado de aquella literatura haciéndola también suya. Otros autores devorados posteriormente por jóvenes lectores tuvieron in mente un público popular cuando escribían sus obras; tal es el caso de Julio Verne. Stevenson sí que pensó en los jóvenes cuando escribió La Isla del Tesoro. Pero la gran característica de estas obras es que han permanecido a lo largo del tiempo, y que su universalidad ha hecho que podamos acercarnos a ellas a cualquier edad.  ¡Es una literatura que incluso los niños la pueden leer! nos ha dicho Savater. 
         
   La expresión artística está impregnada de la época histórica que le ha tocado en suerte pero el efecto resultante traspasa los límites espaciotemporales. La estética es intemporal, es decir independiente del curso del tiempo. Y si no queremos que se queden en esa lectura pobre y replegada en sí misma,  si no queremos que dejen de leer cuando dejen de ser adolescentes y ya no les valga el "traje cortado a medida",  si queremos abrirles a la riqueza del patrimonio literario es necesaria la degustación de la buena literatura, la juvenil y la otra; debemos promover la iniciación a la literatura universal que se mueve en registros emocionales y culturales más amplios; porque de lo que se trata es de conmover el corazón a veces con la intriga, otras con el asombro, en otros momentos con la fascinación, el terror o la perplejidad metafísica. 

Los buenos lectores, aun siendo jóvenes ya han dado ese paso y no necesitan de este tipo de libros "a medida", o incluso los han leído antes de llegar a la adolescencia; son los que necesitan este tipo de libros a los que se debe ayudar e insistir en la necesidad de intentar los otros. Quizás el lector de 15 ó 16 años, si realmente es un lector maduro ya no se conforme con la literatura juvenil y busque la literatura sin etiquetas. También quizás los que consumen literatura juvenil sean niños algo más grandes o simplemente niños que consumen indistintamente literatura infantil y juvenil. Convengamos pues que se trata de literatura que necesitan algunos lectores para dar el salto. 

viernes, 18 de septiembre de 2015

Sin novedad en el frente
Autor: Erich Mª Remarque
Traductor: Manuel Serrat Crespo
Editorial: Edhasa, Barcelona, 2009

El detallado proceso interior de un soldado que con diecinueve años se ve envuelto en  los aires febriles de una atmósfera prebélica (y en una sociedad probélica), queda reflejado  magistralmente en esta novela.
Rápidos retazos nos hablan de ese convulsionado espíritu germano que convocó a la lucha en plazas, fábricas y centros universitarios. Aquel julio de 1914 un imparable entusiasmo belicista recorrió veloz las principales ciudades prusianas basando su argumentario en la fantasía teutónica de la salvación moral del mundo. 
Eclosionaba lo que se había estado preparando desde hacía unas décadas: el avance científico, la eficiencia técnica, la vanguardia artística y el delirio trascendente. Para ellos frente al corrupto liberalismo y la igualdad de los pueblos degenerados de Europa, se escondía el engaño y la esclavitud;  y como respuesta emergía un pueblo que buscaba su identidad y reclamaba el lugar preeminente que le correspondía en el concierto mundial acorde a su poderosa fuerza. Hermann Hesse había descrito al enemigo como el centinela de “una blandengue paz capitalista”. Lo que los alemanes querían cambiar del mundo era lo que los ingleses querían conservar de aquél. La modernidad se enfrentaba a la tradición, el choque de la cultura anglo-francesa con la germana. Y la guerra fue el doloroso parto de los tiempos modernos.
Erich Mª Remarke nos conduce de la euforia a la desmitificación; y lo hace con una eficacia apabullante a través del miedo, la muerte, el sacrificio, el dolor, la barbarie, la deshumanización, el horror, la indiferencia y la desolación que padecieron sus protagonistas.
Al final los que sobreviven de la pandilla reconocen que la guerra  les  ha cambiado; han perdido su inocencia, su ilusión y sus ganas de vivir, han perdido su fe en el ser humano. Se reconocen unos inadaptados en la sociedad que les formó para después arrojarlos a las trincheras
Se presenta así la guerra como el amargo despertar de una sociedad aburrida, inquieta que esperaba más y no sabía qué. Para Ernst Jünger la guerra fue “una gran idea cuyo brillo se apodera de la noche y de la sangre”.  Cómo no cambiar a los individuos si la I Guerra Mundial cambió a toda la sociedad y modificó la propia marcha del mundo más que ningún otro acontecimiento o circunstancias.  
Pero si la Gran Guerra cambió el mundo, también el mundo cambiaría la guerra a partir de ésta;  así se vería en la II Guerra Mundial con la movilización total y los ataques masivos a ciudades sin discriminar daños ni víctimas. Todo valía si contribuía a golpear la moral del enemigo. Algo de esto ya se empezó a atisbar en la Primera; aunque toda guerra es sinónimo de desgracia y destrucción ¡qué lejos quedaban las guerra de Napoleón! 
En fin la novela nos habla del horror de las trincheras frente a la locura de las cancillerías, ámbito este último que no por eludido queda menos aludido, señalado, censurado y responsabilizado.


Ciertamente el libro que comentamos merece un relectura atenta por quienes ya lo conozcan y una acertada elección para quienes se acerquen a él por primera vez. En ninguno de los dos casos el lector podrá salir indemne de esta lectura. 

viernes, 11 de septiembre de 2015

La marcha Radetzky
Autor: Joseph Roth
Traductor: Arturo Quintana
Editorial: Edhasa, Barcelona, 2010

Joseph Roth (1894-1939) nació en la región de Galitzia situada al sur de Polonia y en su época provincia perteneciente al Imperio Austrohúngaro. En algunos de sus escritos sale a relucir la nostalgia por aquel imperio símbolo de la Centroeuropa multicultural y unida, su patria del pensamiento y del sentimiento. Ese remanso de paz europeo se desvaneció con la I Guerra Mundial (en la que participó como voluntario).
La fragmentación posterior, los agravios nacionales, las revanchas históricas, el terror nazi y el exilio judío de cuyo pueblo formaba parte, serían sucesivas fases de un deterioro progresivo que él sufrió refugiándose en el alcohol y muriendo por esta causa.
    
La marcha Radetzky, es sin duda su obra capital y una de las cumbres literarias del s. XX. En ella nos describe el desarrollo de tres generaciones de una misma familia estrechamente ligada al emperador. Y asistimos en consecuencia a la caída de este imperio monolítico al tiempo que desaparecía el último vástago de dicha familia. Es decir que en este relato de Roth asistimos a dos finales paralelos el de una familia ennoblecida  y el del imperio austrohúngaro aburguesado.
La historia arranca con la batalla de Solferino (austriacos contra franceses e italianos) en donde un sargento del ejército austro-húngaro tuvo la intuición oportuna de provocar un movimiento rápido y derribar al emperador (Francisco José I) que se erguía con unos prismáticos para divisar al enemigo. Ese acto libró al emperador de una bala mortal y elevó a la estirpe del sargento a la dignidad de los barones; los barones de Trotta.  De esta forma la familia se pliega al destino del emperador y sucumbirá con él.
Por eso esta es una historia triste en la que los Trotta viven una vida que apunta hacia una dulce  convalecencia que deriva en agonía y que finalmente desembocar en una tragedia patética; como el propio imperio austrohúngaro.

Con la caída del imperio se derrumbaba un sentido aristocrático de la sociedad y de la cultura de la sociedad centroeuropea y se entraba en la modernidad del siglo XX. Y en tal sentido esta novela representa la antesala del acontecimiento que se avecina, el doloroso parto de los tiempos modernos que supone la Gran Guerra.

Joseph Roth, escritor sutil,  es también el agudo observador de una realidad de la que es testigo pero que no juzga, sino que se limita a describir.

Tampoco falta el fino humor , aunque sin perder de vista la nostalgia y la tristeza de lo que se cuenta, el desconsuelo de la vida y la desolación del ser humano ante el mundo que se desmoronaba.

martes, 8 de septiembre de 2015

LITERATURA CLÁSICA VERSUS LITERATURA DE DISEÑO (I)


Según el profesor Carlos García Gual "Clásico es un texto que ha sido leído por varias generaciones a lo largo de siglos con renovado fervor y que aún ahora puede releerse con intenso provecho, placer y simpatía, como si siempre le quedara algo más por decir, por su extraña profundidad y su perenne elegancia".

Aceptamos de buen grado esta definición y a partir de ella pretendemos desarrollar nuestras reflexiones acerca del fenómeno de la literatura infantil y juvenil. La obra de literatura clásica pues, debe ser añeja como los buenos vinos. Es el tiempo el que la pone a prueba; nada que objetar hasta aquí.

a.) El reto del crítico de literatura infantil y juvenil

Sin embargo no debemos conformarnos con esto ya que un clásico también puede ser el libro que habiéndose estrenado por la última generación, es decir que habiéndose

publicado recientemente se vean en él una serie de características que le aseguren una
larga vida de continuadas lecturas y relecturas por las futuras generaciones. 
El reto del crítico literario está en detectar cuándo un libro de primera aparición será un clásico;  cuándo el autor ha sido capaz de sintonizar con lo universal del individuo que atraviesa fronteras espaciales y temporales para llegar a las cuerdas más sensibles de cualquier generación y de cualquier época. En fin cuándo ese libro conecta con el hombre que llora y ríe, ama y odia, goza y sufre, juega y lucha, fracasa y consigue el éxito, sueña y vive, sobrevive y muere. Estas son las grandes pasiones de la humanidad y es su especial tratamiento mediante el lenguaje lo que las eleva a la categoría literaria.
 
Si tales reflexiones son aplicables a la literatura en general, se nos ocurre que alcanzan su mayor grado de oportunidad al referirse a la literatura infantil y juvenil. Se ha repetido muchas veces que esta literatura debe servir de puente para acceder hacia ese otro mundo de la literatura que no obedece a modas ni se proyecta como un traje a medida. Pero tampoco la debemos ver como un simple tránsito ya que tiene suficiente entidad en sí misma para que merezca ser tratada y analizada con el mismo rigor que la que comúnmente entendemos como literatura universal.

b.) El hombre es hijo del niño / la mujer de la niña

Haciéndonos eco de la reflexión de George Bataille, mediante la literatura recuperamos al fin la infancia; es la infancia recuperada que de forma tan lúcida y amena nos recrea F. Savater en el libro del mismo nombre. Y si aceptamos que una infancia lectora modelará el ser del futuro adulto, deberemos reconocer con Wordsworth que el hombre es realmente el hijo del niño. Por todo ello consideramos importante y necesario impulsar una crítica literaria del libro infantil más profunda y comprometida de lo que se viene haciendo. Una crítica que diferencie, que separe, que gradúe, que jerarquice la oferta bibliográfica cada vez más y más amplia, cada vez más inabarcable.

c.) Dos caminos que se encuentran

En estos momentos el lector tiene ante sí dos tipos de autores; uno es el encantador de serpientes, que integrante del desfile de la moda, encaramado a lomos del viento que más sopla o cómodamente instalado al sol que más calienta, utiliza sus habilidades de prestidigitador de las palabras y de ingenioso urdidor de situaciones y de historias para seducir a su público; y no se vea tono ofensivo o peyorativo en estas palabras ya que pensamos que este tipo de escritores juegan un papel fundamental; el otro es el autor que, por encima de corrientes y modelos prefabricados, está dotado de la facultad definidora de la esencia del ser humano gracias a su capacidad creadora y a la fuerza estética que impregna a la palabra de una autoridad capaz de irradiar los valores artísticos y literarios a través del tiempo.
   


Ambos cumplen una función cultural y estética importante, ambos divierten y emocionan, seducen y encandilan; es tarea del crítico literario discernir entre sendos tipos de autores y de libros, porque los dos son necesarios pero el primero de ellos solo, no sería suficiente y el segundo, sin el puente del primero, estaría en una orilla minoritaria. El segundo, en cambio, imprime a su obra la función estética que la eleva por encima de las demás.