Manuel Rivas
Editorial Santillana, 1996
“Siempre hay un
pirata con la pata de palo en las historias de piratas. Pero lo de Bala Perdida
es un caso aparte, pues según se dice, tenía la pata de palo porque él mismo se
había comido su pata verdadera”; este es el espectacular arranque para la
presentación de uno de los personajes que nos brinda Manuel Rivas en este
relato. Todos los personajes protagonistas están trazados con brevedad,
escuetamente, como corresponde a la sencillez y concisión de la propia historia,
sin embargo quedan perfectamente perfilados manteniendo su fuerza y poder de
sugestión. Un doctor alemán, antiguo colaborador nazi y una joven e intrépida
periodista son los otros personajes estelares de esta historia.
Se percibe no obstante
una excesiva premura, un estilo desenfadado, poco elaborado, que sin llegar al
periodístico, pensamos que no es todo lo que de este gran escritor podríamos
esperar.
Aún así estamos
ante una bonita historia, sencilla, directa, tierna, veteada por bellas imágenes
poéticas que calan imperceptiblemente en la mente del lector. Un pirata cuyo
botín, lingotes de oro, le quema en las manos porque lleva el olor de la
muerte.Y es que se trata de un pirata honrado que ante un tesoro maldito quiere que se restablezca en lo
posible la injusticia cometida con los verdaderos dueños; para ayudarle en
este noble objetivo se pondrá en acción nuestra simpática reportera. (P.M.) Publicado en Peonza Nº 40 mayo de 1997.
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