Autor: Jordi Sierra y Fabra
Editorial: Algar, Alzira, 2007. 9 €
Editorial: Algar, Alzira, 2007. 9 €
Un
grupo de estudiantes y voluntarios de la Asociación para la Recuperación de la
Memoria Histórica encuentra los restos de “Los Trece de San Agustín” en una
fosa común perdida en una cuneta a varios kilómetros del pueblecito de San
Agustín del Valle. Aquella era una leyenda que los mayores habían mantenido
aunque no sin cierto temor.
Cuando estalló la Guerra Civil en aquel pueblo se
libró una pequeña guerra particular (como es sabido la Guerra Civil también fue
la suma de pequeñas guerras locales); Pues bien, en dicho pueblo un grupo de
vecinos se mantuvieron fieles a la República frente al alcalde y la guardia
civil que se sumaron a la rebelión. Trece de aquellos defensores de la ley se
refugiaron en la escuela donde resistieron durante nueve días; finalmente
muertos de hambre y de sed, sin una bala que disparar, se rindieron. Aquella
misma noche fueron sacados del pueblo, fusilados y enterrados en las cercanías.
Este
arranque de Fuegos de la memoria
aunque inventado bien pudo ser verdad como lo es la documentación utilizada,
según nos confiesa el propio autor al final del libro.
Pero tras la exhumación sólo encontraron doce cuerpos amontonados. A pesar de ampliar el radio de la excavación no hallaron ningún otro resto; de modo que los Trece eran Doce; sin embargo los mayores del pueblo sabían que habían sido Trece los rendidos, paseados, fusilados y enterrados; algo no cuadraba... Y ¿qué relación podía tener todo esto con el joven que en la ciudad se estaba ganando la vida llevando pizzas a domicilio aparte de que era el bisnieto del muerto desaparecido?
Es conocida la habilidad del prolífico escritor Sierra i Fabra para colocar sus tramas a lomos de los principales problemas que acucian a la sociedad o simplemente a partir de grandes temas de actualidad. Con un estilo sencillo aunque no simple, ágil aunque no superficial, ameno aunque no banal, este autor obliga a dirigir la mirada sobre dichos temas proporcionando nuevas perspectivas y descubriendo nuevos matices. El tono desenfadado y periodístico del relato hace que su lectura sea fácil y cómoda, resultando así eficaz entre el público lector juvenil al que va dirigido.
según nos confiesa el propio autor al final del libro.
Pero tras la exhumación sólo encontraron doce cuerpos amontonados. A pesar de ampliar el radio de la excavación no hallaron ningún otro resto; de modo que los Trece eran Doce; sin embargo los mayores del pueblo sabían que habían sido Trece los rendidos, paseados, fusilados y enterrados; algo no cuadraba... Y ¿qué relación podía tener todo esto con el joven que en la ciudad se estaba ganando la vida llevando pizzas a domicilio aparte de que era el bisnieto del muerto desaparecido?
Es conocida la habilidad del prolífico escritor Sierra i Fabra para colocar sus tramas a lomos de los principales problemas que acucian a la sociedad o simplemente a partir de grandes temas de actualidad. Con un estilo sencillo aunque no simple, ágil aunque no superficial, ameno aunque no banal, este autor obliga a dirigir la mirada sobre dichos temas proporcionando nuevas perspectivas y descubriendo nuevos matices. El tono desenfadado y periodístico del relato hace que su lectura sea fácil y cómoda, resultando así eficaz entre el público lector juvenil al que va dirigido.
(Publicado en Peonza Nº 86)
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