viernes, 11 de agosto de 2017

Diario de un campo de barro



Autor: Ricardo Gómez

Editorial: Edelvives. Zaragoza, 2002. 7,87 €




"Cuando el nacionalismo se convierte en una religión, se comienza hablando de la pureza del idioma y se acaba arremetiendo contra todo lo diferente: la religión, las costumbres, el origen de los apellidos, los derechos de propiedad, la idea de raza y el componente sanguíneo." Estas reflexiones de uno de los protagonistas enmarcan la tragedia que se revive en esta historia.  Las sucesivas guerras civiles que se han producido entre Servia y Croacia, Servia y Bosnia, Servia y Kosovo, destaparon de nuevo la iniquidad y la barbarie humana en Europa. La sociedad se fue fracturando y las dos partes que hasta ese momento convivían en los mismo barrios, en los mismos colegios, en los mismos bares, empezaron a desconfiar de los "otros". A los insultos siguieron las peleas, a las rencillas  las venganzas, primero quemaron tractores, después directamente las casas. 


La marea de locura llegó a todos los rincones de todos los pueblos.

-          "¿Todo un pueblo se vuelve loco?

-          No, claro. Pero basta con que se vuelvan locos los que están armados, o se permita comprar armas a los locos, qué más da." Dirá otro de los personajes.


El poder no era un árbitro imparcial, sino que avivaba el fuego desde una de las partes. Muchas familias comenzaron a abandonar sus posesiones y emprendieron una huida hacia lo desconocido. El propio viaje a través de tierras inhóspitas y gentes hostiles siguió añadiendo más atrocidades a la tragedia de la que huían. Así hasta que llegaban a los campos de refugiados donde cascos azules, voluntarios de ONG´s y la ayuda internacional en forma de tiendas de campaña, habitáculos prefabricados y alimentos mantenían a miles de supervivientes ahogados en la tristeza, la amargura y la desolación. Aunque estaban a salvo, la vida seguía siendo dura, el campo de refugiados estaba repleto y el número de refugiados crecía por docenas cada día. Seguían sumergidos en el horror, habían convertido la tragedia en costumbre y parece que hubieran olvidado cómo era la vida antes de la guerra. 

Este es el mundo que se encuentra una adolescente que ha pasado diez meses con una familia de acogida española. Cuando regresa a lo que queda de su país y de su familia  vivirá en el campo de refugiados y allí irá descubriendo poco a poco la otra cara de la guerra; el dolor, el silencio, la miseria, el desgarro, la desolación, los proyectos truncados, los seres queridos perdidos,... lo que no se ve de la guerra.  Pero al lado del drama aparece el heroismo y al lado de la destrucción se alza la esperanza. Sobrevivirá al odio, al racismo, a la intransigencia, a la tristeza, al frío y al barro, gracias a la solidaridad de muchos dentro y fuera de un país que se llama Kosovo. Y ella todavía con los recuerdos frescos de su cómoda estancia en España y anteriormente en su casa familiar de aquel tranquilo pueblo de Kosovo, comienza a escribir un diario con las impresiones y reflexiones que esta situación le provocan; el resultado es un libro-documento por su realismo; pero también es un mazazo a la conciencia del lector, un relato cuya lectura no deja indiferente. 
Por lo demás el estilo es sencillo, directo, ameno, envolvente, sincero.  
Publicado en Peonza Nº 65.


Edad: Juvenil

No hay comentarios:

Publicar un comentario