Autor: Fernando Marías
Editorial Anaya. Madrid, 2005
Premiada con el Nacional de Literatura Infantil y Juvenil del
Ministerio de Cultura del año 2006, esta novela merece un lugar destacado en el
panorama literario. Fernando Marías demuestra que ante la buena literatura
sobran fronteras generacionales pudiendo llegar a emocionar a cualquier formado
lector independientemente de su edad. Pero además éste es un libro que
contribuye a formar y conformar buenos lectores porque traza itinerarios personales,
ayuda a leer en el interior de cada uno y contribuye al crecimiento personal
multiplicando las perspectivas.
La peripecia se sitúa en el Madrid de la Guerra Civil; ciudad acosada y
bombardeada masiva e indiscriminadamente; "la primera ciudad de la historia
en ser machacada con el objetivo premeditado de sembrar el terror exterminando
a civiles, mujeres, niños y ancianos"
se afirmará por dos veces en el libro. Y en medio de este caos, nuestro
protagonista, un adolescente de orfanato, seminarista por unas horas, aprendiz
de piloto y protegido primero de un oficial sublevado, después de un oficial de
la república y utilizado a su vez como informante secreto desde la ingenuidad
robada y la lealtad debida.
Merecen destacarse también las reflexiones que van salpicando la
lectura, tales como el papel del azar en la biografía humana, el hombre como
juguete de la casualidad y el papel de la causalidad, el sentido de la amistad
desgarrada por la crueldad de la guerra, la relatividad de valores como la
lealtad, el valor, el orgullo o el héroe, convicciones que se convierten en
contravalores al cambiar de bando. Los personajes aparecen como seres que
tienen que cumplir con su destino y en nombre de los citados valores causan
dolor, amargura, terror, desgracia y
muerte en los otros; el héroe se convierte así en villano minado por el
remordimiento; y la victoria lo es menos. Si como personas son portadoras de
conciencia, dignidad y sentimientos, como piezas de la maquinaria infernal que
es la guerra conforman una masa ciega que asesina indiscriminadamente. En la
Guerra no hay razón; ni perdón. Publicado en Peonza. Nº 78
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