Traductor: Aleix Montoto
Editorial: Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores, Barcelona, 2013. 21,90 €
No es la primera vez que Nigel
Warburton hace una incursión en el campo de la divulgación filosófica. En
efecto en 1992 publicaba en castellano Filosofía
básica y en 2003 Pensar de la A a Z.
Este académico y pensador británico es conocido por su facilidad para la
divulgación de su disciplina académica así como por sus ensayos sobre estética
o sobre el discurso.
El título del libro es
suficientemente elocuente de lo que pretende ahora; y a fe que lo consigue aunque
la tarea no se presentaba fácil. Porque a pesar del adjetivo inicial no
renuncia a abordar los grandes problemas que han ocupado al pensamiento
occidental a lo largo de los dos últimos milenios y medio; ni por ser oscuros y
difíciles algunos filósofos han dejado de ser tratados aquí. Evidentemente el
reto no era hacer un breve resumen de la historia de la filosofía, sino
entresacar a varias docenas de filósofos de todos los tiempos y hacerlos
accesibles al joven actual; pero no al joven que ya le gusta filosofar, que
también, sino al joven que busca respuestas, que inquiere sobre el sentido de
la vida, que indaga detrás de palabras como libertad, ética, política, religión,
organización social o lenguaje; cualquier joven que tenga un mínimo de inquietud
intelectual puede encontrar en esta propuesta una lectura sumamente atractiva.
Corrientes como el idealismo,
epicureismo, estoicismo, maniqueísmo, maquiavelismo, panteísmo, racionalismo,
deísmo, evolucionismo, marxismo, psicoanálisis, entre otras propuestas de
formas de vivir y de pensar se van desgranando en este volumen.
Y puesto que si desde la
filosofía se promueve el ideal y éste promueve el progreso moral colectivo,
ninguna edad mejor que la juvenil para cultivar ideales que se proyecten por
encima del conformismo/escepticismo del orden establecido. El libro es una
invitación a hacerse preguntas incómodas y a pensar críticamente las respuestas
que se dan.
Es sabido que el filósofo es
también un creador de lenguaje, como el novelista o el poeta; y precisamente
esta faceta es lo que hace a algunos de ellos tan difíciles de comprender,
incluso para sus colegas; pues bien nuestro autor sortea este obstáculo con un
estilo sencillo, directo, cercano, coloquial, ameno; emplea ejemplos cotidianos
pegados a la experiencia juvenil o eficaces metáforas que resultan muy
estimulantes al tiempo que divierten y refrescan la mente. Se ayuda de
anacronismos, que a veces resultan cómicos, pero que hacen que el concepto
filosófico que persigue estalle en la mente del lector y le introduzca en la
verdadera dimensión filosófica. Se produce así la genuina acción de la lectura
abriendo nuevos caminos de exploración intelectual, en un viaje interior de
conocimiento de sí mismo, de madurez y de crecimiento personal. (P.M.) Publicado en Peonza nº 106-107 (2013)
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