A finales del s. XIX un charlatán provocaba que las
personas estallaran en carcajadas tras hacerle respirar peróxido de nitrógeno
en una feria de EEUU. Uno de los
curiosos , tras inhalar el gas, se hirió al caerse de la tarima en que se
encontraba, pero extrañamente no sintió ningún daño.
Un dentista que presenció la escena relaciono el gas
con la ausencia de dolor. cuando a los pocos días tuvo que sacarse un diente hizo la prueba: respiró peróxido de
nitrógeno y se lo hizo arrancar.
No notó nada.
El dentista Horace Wells acababa de inaugurar el uso
de la anestesia.
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