Autor: César Fernández García
Editorial: Bruño, Madrid, 2013.
8,65 €

El centro está ubicado en un
paraje montañoso del suroeste de Cantabria, cercano a un pueblo ya abandonado y
con magníficas vistas (cuando no hay niebla) de las cumbres de Peña Sagra, en
la Cordillera, y Peña Vieja y Naranjo de Bulnes ya en los Picos de Europa.
Aunque casi toda la acción se desarrolla dentro del internado, el paisaje y la
climatología adversa juegan un papel importante en la sensación de aislamiento
del propio centro y en la pesadilla que terminará sintiendo el propio
protagonista.
Ciertamente el centro ofrecía a
los estudiantes múltiples experiencias y gran variedad de estímulos mentales.
Incluso el técnico informático participó en algún experimento del laboratorio
de psicología. Se desplazó allí para trabajar en el desarrollo y potenciación
de la Web de la institución, pero pronto empezó a sospechar de aquel
establecimiento tan cercado; y tan celosamente vigilada por guardianes y
cámaras. Algunas técnicas que aplicaban a los estudiantes le parecían muy
duras; además, a él no le parecía necesario, ni conveniente, utilizar aquellas
vitaminas que administraban a algunos estudiantes para reforzar las facultades
mentales. Tenía razones para sospechar; aquello no era lo que parecía, pero
cuando se quiso dar cuenta ya estaba siendo tratado como un estudiante más y no
tenía libertad de movimientos para salir o entrar del recinto.
Finalmente descubrirá que la mente
le ha jugado una mala pasada, le ha velado la realidad y le ha presentado otra
más aceptable; los profesores le ayudarán a descubrir no ya que el sueño de la
razón produce monstruos, como dice Goya, sino que cuando la razón se fuga el
sueño de los monstruos producen la realidad.
El relato va ganando en
intensidad a medida que avanza semejándose a un trhiller psicológico; el
misterio, la intriga, el suspense contribuyen a mantener al lector activo
mentalmente. El desenlace actuará en él
como un masaje emocional y será como una descarga de adrenalina que necesitaba
liberar tras la tensión acumulada.
Aunque no suele frecuentarse
entre las novelas juveniles el tema de la locura, creo oportuno abordarlo
dignamente como es el caso; contribuirá a un mayor autoconocimiento del lector.
(Publicado en Peonza nº 112, Marzo, 2015)