Autor: George Orwell
Editorial: Debolsillo, Barcelona, 2013
Su
publicación no estuvo exenta de dificultades relacionadas con la censura, en
este caso autocensura de los editores, ya que como reconocía el propio Orwell
“nada importa tanto en este momento como
la amistad anglo-rusa”; corría el año 1944. Pero añade a continuación que la cooperación entre los dos países “no
podrá alcanzarse si no hablamos claro y sin rodeos”.
Así pues la obra estuvo
durmiendo más de un año en algún cajón porque “ningún editor osaba publicarla
antes del término de la guerra”. En esa misma línea criticó a los periodistas
ingleses de izquierdas, y a los intelectuales en general, su deshonestidad y
cobardía. No era la primera vez que denunciaba la autocensura, la rusofilia y
la inclinación al totalitarismo de muchos intelectuales franceses, “servilismo
y cobardía que siempre se pagan” remachará.
Su integridad, honestidad y su
independencia de criterio será siempre una de sus señales identitarias,
destacando sus reflexiones a contracorriente o su crítica a cualquier tipo de
totalitarismo sea del color que sea.
Mostró siempre un apasionado compromiso con su
tiempo y de ahí que en la obra que vamos a comentar se entenderá mejor cuanto más conozcamos los acontecimientos
históricos a los que se refiere, a saber la evolución de la Rusia soviética.
Algún
crítico ha creído ver en la obra cierta banalización de acontecimientos muy
complejos y otros han alertado contra la introducción de esta tempranamente
entre escolares por adoctrinarlos hacia actitudes anticomunistas. Pero ese es
un nivel de lectura al que no es necesario que lleguen los escolares todavía. Además la correspondencia entre hechos
históricos y acontecimientos en la granja no debe ser un requisito esencial
para la comprensión y disfrute de la obra.
La prueba está en que la vienen
disfrutando desde su publicación grupos de
lectores muy diferentes por edad, cultura, geografía. Y es porque más
allá de la alusión a hechos concretos se apuntan cuestiones que tienen
vigencia en cualquier tiempo y lugar tales como las deficiencias en la naturaleza y
en la organización social, o los elementos de autodestrucción implícitos en
todo movimiento revolucionario.
Como
es sabido estamos ante una historia de animales; la trama narra la sublevación
de los animales contra el dueño humano de la granja; aquellos son liderados por
un pequeño grupo de cerdos que se convertirán en clase dirigente mientra que el hombre es expulsado. La victoria
significaba para los animales un nuevo tiempo de mejores condiciones de vida y
de trabajo, más comodidades, cooperación fraternal e igualdad entre todos ellos. Sin embargo pronto empezaron a surgir las
ambiciones, las rivalidades, la corrupción y las arbitrariedades. Aquello no
era por lo que habían luchado.
Es una despiadada sátira contra el estalinismo, la revolución traicionada. Su
declarada intención era la de revelar a Europa occidental la verdadera cara del
régimen soviético.
No obstante, aunque
la alegoría hace referencia a la Rusia stalinista, ello no invalida el hecho de
que el mensaje que se desliza de la obra trascienda a ésta para convertirse
en una denuncia universal de los
regímenes populistas y totalitarios, un alegato contra la corrupción que genera
el poder omnímodo, (también corrupción de ideales) y una advertencia contra la
manipulación de los hechos históricos. En definitiva una denuncia de la supresión de
la voluntad individual.
Esta fábula animal está magistralmente desarrollada, en parte gracias a la
destreza narrativa que descansa en su propia sencillez, aunque una sencillez aparente; claridad y concisión de estilo, brevedad, lenguaje diáfano, rotundo, de ritmo implacable. Un lenguaje sin subordinadas, ni adjetivos, ni metáforas, un lenguaje contra la manipulación. Un clásico de tomo y lomo.
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