En la anterior píldora ya hablábamos del comportamiento de estos colectivos, pero lo que hace Couzin es intentar descubrir las normas simples que permiten a estas comunidades funcionar tan eficazmente.
Couzin descubrió algunas de estas reglas en el modo en que las langostas empiezan a formar plagas. Estos insectos que normalmente se mueven de un lado para otro solos, observó que de repente empiezan a unirse en enormes bandadas formando millonarios enjambres y devorando todo lo que encuentran a su paso.
Pero entender cómo algunos animales se reúnen en enjambres no es lo mismo que entender por qué lo hacen. En el caso de las hormigas o las abejas es evidente que hay una ventaja evolutiva. Pero el propio investigador descubrió que en los desiertos de Utah hay colonias compuestas por millones de grillos egoístas. A veces estos grillos mormones avanzan en bandadas de varios kilómetros de frente por otros tantos de profundidad. Aquí las motivaciones son otras. Lo que ocurre ahora es que cuando no encuentran sal y proteínas suficientes se vuelven caníbales e intenta cada uno atacar al grillo que va delante al tiempo que trata de evitar que le coma el que va detrás. Sobrevivirán los más fuertes; quizás también sea una solución evolutiva para la supervivencia de la especie.
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