Llegados a este punto, se saca uno de los monos de la jaula y se introduce otro que evidentemente no había participado previamente en el experimento. Al poco de entrar en la jaula, el mono intenta encaramarse a la escalera para tomar los plátanos, pero en cuanto se acerca a la escalera, sus compañeros le agreden con golpes ante la posibilidad de una ducha helada. El nuevo mono no entiende nada, pero tras varios intentos se da cuenta de que no se puede acercar a los plátanos a menos que desee ser vapuleado.
En este momento, se saca de la jaula otro de los monos que empezaron el experimento y se introduce uno que tampoco tiene ningún conocimiento del funcionamiento del mismo. Igual que en el caso anterior, el mono intenta agarrar los plátanos y cada vez que lo intenta, todos sus compañeros de jaula se abalanzan sobre él para impedírselo. La nota curiosa es que el mono que introdujimos a mitad del experimento y que no tiene la experiencia de haber sido rociado con agua helada también participa en la agresión aunque sin saber porqué. Para él, simplemente, no está permitido acercarse a la escalera.
Poco a poco se van sustituyendo todos los monos que comenzaron el experimento por otros que no han experimentado en ningún momento el hecho de haber sido rociados con agua helada. Cuando se sustituye el último mono veterano de la jaula, el comportamiento de los simios continúa igual; al mínimo intento del nuevo mono por acercarse a la escalera es vapuleado por sus compañeros, aunque llegados a este momento, nadie sabe el porqué ya que ninguno de ellos ha sido rociado con agua helada. Se ha establecido una regla: "Está prohibido subir por la escalera y quien lo intente se expone a una represión por parte del resto del grupo".
Quizás sea verdad que en ocasiones los monos reflejan un comportamiento casi humano, o quizás seamos los humanos los que en ocasiones nos comportamos como estos monos.
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