Autor: George Soros
Traductor: Rafael Santandreu Lorite
Editorial: Planeta, Barcelona, 2002
El autor de este libro es George Soros, un húngaro que
sobrevivió a la ocupación nazi, huyó a Inglaterra con 17 años tras la
instauración del régimen comunista en su país, y se trasladó con 26 años
definitivamente a Estados Unidos. A partir de la gestión de un fondo de
inversión internacional que él mismo fundó comenzó a acumular una enorme de
fortuna. En un solo día de 1992 logró ganar alrededor de 1000 millones de
dólares al obligar a devaluar la libra esterlina. También consiguió buenos
dividendos de las continuas devaluaciones de la peseta (5, 6 y 8 %) entre 1992
y 1993.
No se considera un hombre de negocios sino un crítico del
sistema. Gana dinero como crítico del
mercado. Digamos que es un excelente analista financiero.
Este libro, anterior al estallido de la crisis de Leman
Brothers, plantea sin embargo algunas de las fallas del sistema de la
globalización que él consideraba podrían quebrar. Advertía por ejemplo de la
inflación de las propiedades inmobiliarias y de las acciones a crédito. En una
entrevista manifestó entonces que “las burbujas, aún cuando sean identificadas
con anticipación, no es fácil evitarlas porque si el banco central lo intentara
provocaría una fuerte contracción en la actividad económica, o sea el enlace
que tratamos de evitar”. Seis años más
tarde esta burbuja estalló con las consecuencias que todos conocemos.
La preocupación central del libro es el, cada vez, mayor desequilibrio
internacional y por ende la cada vez mayor inestabilidad del sistema global
como consecuencia de la inadecuación (por anacrónicos) de las instituciones que
se encargan de sostener dicho sistema. Fundamentalmente son cuatro
instituciones internacionales, la Organización Mundial del Comercio (OMC), la
Organización Internacional del Trabajo (OIT), el Fondo Monetario Internacional (FMI)
y el Banco Mundial (BM).
Cree que tanto los fundamentalistas del mercado
(neoliberales) como los activistas de la antiglobalización (la izquierda de la
izquierda) pueden destruir estas instituciones y eso tampoco sería lo que
necesitamos; lo que él propone es mejorarlas, hacerlas más fuertes lo que
quiere decir que no deben depender de la influencia de ningún estado. Porque
los estados tienen intereses, pero no principios. A este respecto considera que
Estados Unidos es el mayor obstáculo para la cooperación internacional ya que
está resueltamente en contra de cualquier acuerdo internacional que pudiese
afectar a su soberanía.
No encuentra una alternativa viable y realista a la
globalización de la economía, por eso considera que lo que hay que hacer es
racionalizarla, ordenarla, controlarla si es necesario para dotarla de
estabilidad y equilibro; y atender a las necesidades de los países más
perjudicados por este sistema que son los que están en vías de desarrollo.
Aunque advierte que si bien los países de la periferia pueden encontrar
doloroso pertenecer al sistema, la opción de salirse podría ser todavía peor.
Le parece fundamental la canalización de las ayudas a los
países necesitados a través de sus propios ciudadanos y piensa que el mal
gobierno es la principal causa de la pobreza.
En un tono divulgativo el libro analiza la dinámica de la
economía global al tiempo que disecciona el funcionamiento de las instituciones
financieras que la respaldan.
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