El malestar en la globalización
Autor: Joseph E. Stiglitz
Editorial: Taurus, Madrid, 2002
La trayectoria profesional de Stigulitz le legitima para
publicar un libro cuyo título es ya toda una declaración de intenciones; y de principios.
Ha sido asesor del presidente Clinton y economista jefe del
Banco Mundial (1997-2000). Es profesor de la Universidad de Columbia y recibió
el Premio Nobel de Economía en 2001. Estaba en el Banco Mundial cuando estalló
la crisis en el Este asiático y como él mismo dice “comprobé de primera mano el
efecto devastador que la globalización puede tener sobre los países en
desarrollo, y especialmente sobre los pobres en esos países”.
El libro repasa la función y actuación de las tres
instituciones globales que capitanean la economía globalizada. El Fondo
Monetario Internacional, el Banco Mundial y la Organización Mundial del
Comercio.
El FMI tiene como tarea principal asegurar la estabilidad
económica global; o sea evitar crisis, de la misma manera que la ONU nació para
evitar guerras.
El FMI que se mantiene con el dinero de los contribuyentes de
todo el mundo, en función del peso económico de los respectivos países, presta
dinero a los países necesitados sólo si emprenden políticas de recortes; pero
aunque los países no acudan al FMI están sometidos (intimidados) a una especia
de calificación para que puedan lograr acceso a los mercados internacionales de
capital o para condonarles la deuda. El BM por su parte, tiene como objetivo la
erradicación de la pobreza. Pero por lo general los programas de ambas
instituciones son dictados desde Washington y en general ha predominado la
ideología liberal es decir el fundamentalismo del mercado.
La OMC es distinta a
los dos anteriores: no fija las reglas, sino que proporciona el foro donde tiene
lugar las negociaciones comerciales y garantiza que los acuerdos se cumplan.
Generalmente son acuerdos de liberación de barreras arancelarias, de apertura
de mercados nacionales, en definitiva de fomento del comercio internacional.
Nuestro autor carga la mayoría de su crítica contra el FMI
que en el fondo se comporta con la misma lógica que los banqueros; es decir que
prefieren prestar a quienes realmente no necesitan el dinero.
En definitiva, para Stiglitz, la globalización no es buena
ni mal. Podría hacer un bien enorme y algunos países sí se han beneficiado,
pero para otros ha significado un desastre sin paliativos. El Nobel Stiglitz
piensa que puesto que la globalización está aquí para quedarse, puede ser
rediseñada para que redunde en beneficie también de los países más pobres. Por
eso defiende hacer una globalización con rostro más humano, cambiando la
filosofía (ideología) de las instituciones mencionadas.
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