Traductores: David González Raga y Fernando Mora
Editorial: Kairós, Barcelona, 1997
Es éste uno de los libros pioneros que sobre el tema de la gestión de las emociones han ido apareciendo a lo largo de la última década. La importancia que ha ido cobrando esta cuestión ha ido pareja a los avances que la ciencia ha conseguido en este campo. En efecto la neurociencia es una de las ramas de la medicina que más desarrollo ha experimentado a pesar de las dificultades que siempre ha planteado el estudio del cerebro en vivo y en acción; sin duda no es ajeno a las últimas aportaciones las grandes contribuciones a su funcionamiento del investigador Antonio Damasio (Y el cerebro creó al hombre, ya comentado en este blog).
El autor parte del concepto de inteligencia emocional como la forma que tiene nuestra mente de interrelacionarse con el mundo; y en esta interacción participan los sentimientos, los impulsos y su control, la motivación, la perseverancia, el autoconocimiento, la empatía, el entusiasmo o la agilidad mental entre otros. De la confluencia y actuación de estos elementos surge la autodisciplina, el altruismo, la fuerza de voluntad, (y/o sus ausencias). En síntesis la inteligencia emocional sería el vínculo entre sentimientos, carácter e impulsos morales.
El autor (psicólogo y redactor científico del New York Times) nos invita a desarrollar determinadas habilidades emocionales como perseverar en el empeño a pesar de las frustraciones, regular nuestro propio estado de ánimo, empatizar y confiar en los demás, autocontrolar las emociones, controlar la vida emocional, etc.
En esencia, nos viene a decir, el ser conscientes de las emociones constituye ya en sí una habilidad emocional fundamental; y esto supone mantener esa conciencia autorreflexiva que se posa sobre el propio estado emocional; evidentemente ésta es una forma de dominar la emoción al ser capaz de sobrevolarla, que no sobrevalorarla.
El autor llama la atención sobre la importancia de saber poner palabras a lo que se siente, porque ello ya es una forma de apropiase de lo que a uno le pasa. El alexitímico ( del griego a: negación, lexis: palabra, thymos: emoción) es incapaz de expresar con palabras sus sentimientos; no es que no sienta, sino que no sabe lo que siente.
Sentencia Goleman que todo lo que hacemos, desde las diversas actividades hasta los amigos que elegimos no son más que intentos de llegar a sentirnos mejor. Digamos que el arte de calmarse a uno mismo constituye una habilidad fundamental.
El libro es un manual de uso para conocer mejor nuestro cerebro y su funcionamiento y de este modo conocernos mejor a nosotros mismos, conociendo nuestras emociones, nuestros reacciones y, en definitiva, nuestra comportamiento. Dicho conocimiento permitirá a su vez actuar sobre nuestros estados de ánimo y sobre nuestras acciones en un intento de mejorar nuestra vida emocional.
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