Las transformaciones en la economía y en la sociedad se aceleran porque cada vez son más acelerados los avances de las nuevas tecnologías. Sin embargo la primera década del siglo XXI ha sido solo un leve anticipo de lo que nos espera en las décadas próximas, en ramas como Biotecnología, Nanotecnología, Robótica o Inteligencia Artificial.
A este respecto Ray Kurzweil tiene un libro (La singularidad está cerca, Lola books, Berlín, 2012) que sitúa el horizonte de principios de la década de los treinta como el tiempo en que estas ciencias eclosionarán marcando un antes y un después en el desarrollo humano.
Pero sin remontarnos tan lejos lo que ya podemos observar ahora es que la sociedad actual, desorientada, intenta responder a los cambios recientes con actitudes, hábitos y actos reflejos nacidos en los siglos XIX y XX. Por eso en muchos casos no sirven; y también por eso se producen desajustes en economía (crisis como retroalimento del propio sistema) o en política (poderes reales - económicos - y poderes ficticios - democráticos -). Son desajustes a escala global pero que repercuten en la esfera estatal, local e incluso personal y privada.
Y el reto todavía será mayor cuando debamos afrontar esos cambios cada vez más frecuentes y aproximándose cada vez a más velocidad. Entonces serán necesarias adaptaciones urgentes en campos como la educación, la economía, la política, en la esfera familiar o en el ámbito personal. ¿Estará preparada la sociedad para eso?
Y una cuestión no menos importante, ¿cómo permanecer tras esas profundas alteraciones con nuestros valores y nuestra ética actuales?
Pero sin remontarnos tan lejos lo que ya podemos observar ahora es que la sociedad actual, desorientada, intenta responder a los cambios recientes con actitudes, hábitos y actos reflejos nacidos en los siglos XIX y XX. Por eso en muchos casos no sirven; y también por eso se producen desajustes en economía (crisis como retroalimento del propio sistema) o en política (poderes reales - económicos - y poderes ficticios - democráticos -). Son desajustes a escala global pero que repercuten en la esfera estatal, local e incluso personal y privada.
Y el reto todavía será mayor cuando debamos afrontar esos cambios cada vez más frecuentes y aproximándose cada vez a más velocidad. Entonces serán necesarias adaptaciones urgentes en campos como la educación, la economía, la política, en la esfera familiar o en el ámbito personal. ¿Estará preparada la sociedad para eso?
Y una cuestión no menos importante, ¿cómo permanecer tras esas profundas alteraciones con nuestros valores y nuestra ética actuales?