El alumno ante un texto de estudio deberá aplicar una forma de lectura que le permita el seguimiento de la argumentación del autor y busque la evidencia que soporta sus puntos de vista, su coherencia interna y su lógica. Para ayudarle en esa tarea debemos fortalecer capacidades intelectuales como análisis, conceptualización, manipulación de información, pensamiento sistémico y capacidad de síntesis; todo ello desde las características del estilo científico de claridad, veracidad, precisión, pertinencia, profundidad, amplitud y lógica. Evidentemente muchas de estas cualidades quedan fuera del campo de la Lengua y la Literatura y, además, debemos ejercitarlas siempre que el texto nos dé la oportunidad, bien sea éste de Biología, Física, Filosofía o Geografía.
Daniel Cassany nos dice que cada tipo de texto requiere un tipo de comprensión; de modo que uno puede leer bien (y entender) textos de Historia, pero no necesariamente de Química o de Biología.
Y esto nos lleva a la conclusión de que la enseñanza de cualquier disciplina implica la enseñanza de la lectura de sus textos específicos; al tiempo que se aprende a leer, se aprenden los contenidos que son leídos. En cada disciplina hay que plantearse leer y escribir, insiste Cassany. Ciertamente es un error dirigirse al profesor de Lengua cuando un alumno tiene dificultades al leer un texto de Matemáticas o de Física.
Bien podemos afirmar que toda docencia debe atender a la lectura (y a la escritura); y, por consiguiente, todo profesor debe ser un maestro de lectura (y de escritura).
Autoanalizar la lectura
También éste de la adolescencia puede ser un buen momento para iniciarse en el autoanálisis como lector, es decir en la reflexión sobre la propia forma de lectura.
Si la lectura implica la comprensión del texto y la reflexión sobre el mismo, una lectura madura exige también la reflexión sobre la propia forma de leerlo; no sólo se trata de ser receptivos a la forma de lectura que nos está demandando el texto, sino de ser capaces de autoanalizar la propia forma en que lo hacemos. Debemos ayudar a repensar la lectura, reflexionar sobre ella en función de los distintos textos, hacer una lectura de la propia lectura y observar así las necesarias variaciones de actitud y de estado mental.
Este autoanálisis es fundamental para desarrollar una adecuada competencia lectora; por eso esta práctica es algo que se debe incorporar con el aprendizaje de la lectura y seguir cultivándola en la adolescencia. Desde esta perspectiva el lector debe interrogarse no sólo si tal o cual texto u obra le ha gustado, sino ¿por qué le ha gustado. ¿Qué efecto le ha producido? ¿Cómo ha sido su relación con el autor? ¿Ha sabido conciliar sus propios intereses con los del texto? ¿Cómo ha sentido la experiencia (ficción) o reelaborado el conocimiento (ciencia)?
La lectura así, podrá ser autodirigida, autorregulada y autocorregida, cobrando plena conciencia el sujeto lector de su propio proceso y siendo consciente de cuándo ejercita más la imaginación (literatura) y cuándo más el juicio o el razonamiento (filosofía, ciencia).
El aprendizaje permanente de la lectura
Quizás uno de los errores haya sido creer que leer, una vez interiorizado el mecanismo y ser capaz de descifrar las palabras, es una actividad relativamente sencilla, que va mejorando de forma natural.
En realidad, un estudiante que no sabe leer como lo requieren los diversos textos va a tener dificultades para conseguir el título de Graduado y encontrará prácticamente imposible terminar con comodidad el Bachillerato. Sin embargo hay autoridades académicas (Gregorio Salvador) que dicen que hay un tipo de lector mediocre que llega incluso a la Universidad; quizás también la lectura deba formar parte de los currículos universitarios; de hecho algunas universidades norteamericanas sí la tienen incorporada en sus programas.
Por lo que a nosotros concierne, creo que el aprendizaje y la aplicación de diversas formas de leer a los diferentes tipos de textos contribuirán a disminuir la frustración, la desmotivación o el abandono de determinados textos o libros; y a la postre también ayudarán a mejorar la calidad y el nivel de lecturas de nuestros alumnos para poder enfrentarse con madurez eficiente a cualquier tipo de texto.
Adaptación a partir del artículo "Leer es más que leer literatrura" publicado en Peonza nº 92 (2010)
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