martes, 20 de enero de 2015

La experiencia de leer (Un ejercicio de crítica experimental)


La experiencia de leer
(Un ejercicio de crítica experimental)
Autor: C.S. Lewis
Traductor: Ricardo Pochtar
Editorial: Alba, Barcelona, 2000

Las afirmaciones rotundas de este agudo ensayo están avaladas por la experiencia de su autor, profesor de Literatura (Oxford y Cambridge), escritor (literatura fantástica, ensayo y crítica literaria) y gran amigo de J.R.R. Tolkien.
El libro es un clásico de la crítica literaria que parte de un planteamiento original no exento de polémica al analizar, no ya la calidad de una obra sino la forma en que es leída. No busca pues clasificar las obras en un estándar de calidad sino en juzgar la actitud que adoptan los lectores ante dichas obras. Y así más que de buenas o malas obras habla de buenos (minoritarios) o malos lectores. Porque la calidad de una obra literaria solo se verifica en la experiencia de un buen lector, nos dice. Lo importante pues está en la calidad de la lectura, en la manera cómo se lee; claro, sin olvidar que hay obras que no se dejan leer de cualquier modo; que hay obras que exigen una determinada forma de ser leídas y que un mal libro excluye una buena lectura. Y nos advierte, nada tiene que ver esta clasificación con el nivel cultural o la categoría moral de los lectores, ni hay barreras inamovibles.
Describe a continuación las actitudes, los hábitos, los prejuicios, las satisfacciones verdaderas o ilusorias de uno y otro grupo.

Entre las características del mal lector destaca:
  1. Sólo lee con los ojos; no distingue entre la horrible cacofonía y el perfecto ejemplo de ritmo y melodía vocálica.
  2. No es sensible al estilo.
  3. Busca narraciones de ritmo rápido; siempre debe estar sucediendo algo. Sólo le interesa los hechos.
  4. Jamás aplica al estilo los dos únicos criterios realmente pertinentes sobre las palabras: su aspecto sonante y significante.
  5. La emoción es un placer que todos compartimos, es la dosificación lo que diferencia a ambos grupos.  El placer para el mal lector consiste en la permanente excitación y distensión de la ansiedad.
  6. El lector sin sensibilidad literaria no lee mal porque disfrute de esta manera con los relatos, sino porque sólo es capaz de hacerlo así.

Interesante punto de vista de nuestro autor para quien el engaño no está en los cuentos de hadas o en los libros de ciencia ficción, sino en las novelas donde todo parece probable, pero que en realidad están concebidas para transmitir determinado comentario social, ético, religioso o antirreligioso sobre la vida.  Y añade, el mejor tipo de lector nunca confunde el arte con la vida ni con la filosofía. Puede asumir el punto de vista del autor sin aceptarlo ni rechazarlo; puede suspender su incredulidad o (lo que es más difícil) su credulidad. Y es que al lector maduro se le distingue por su capacidad de adoptar una actitud idónea ante los libros que sólo puede alcanzarse a través de la experiencia y la disciplina.
     
Distingue entre recibir y usar una obra de arte; “en el recibir la forma creada por el artista determina el comportamiento de nuestra sensibilidad, de nuestra imaginación y o de otra serie de facultades; el usar no añade nada nuevo a nuestra vida, sólo se limita a proporcionar brillo, asistencia, apoyo o alivio”. Se trataría así de que la obra de creación nos haga algo a nosotros, no que nosotros hagamos algo con ella. Pero añade que en el caso de la literatura surge una pequeña complicación con el que usa el contenido de la obra como pasatiempo, como ejercicio mental, como fuente de la que  extraer “filosofías de vida”. El que la recibe quiere detenerse en ese contenido, lo considera un fin en sí mismo. Por eso cuando leemos no se trata de usar (literatura como fuente de conocimiento), sino de recibir y de escuchar.

He aquí un libro que nos invita a reflexionar sobre nuestra práctica como lectores; a analizar la forma en que lo hacemos; a revisar las preguntas que concebimos con la lectura y a explorar otras nuevas; en definitiva, a ser más rigurosos con nuestra experiencia artística-literaria.
Es cierto que algunos de sus planteamientos pueden ser hoy discutibles, pero eso no le resta interés a este ensayo entusiasta, heterodoxo, ameno, agudo y  brillante hecho por un extraordinario y perspicaz lector que nos invita a reflexionar y a intentar otras preguntas cuando leemos. Imprescindible para cualquier profesor y para cualquier amante de la verdadera lectura.
Las afirmaciones de este agudo ensayo están avaladas por la erudición y experiencia de su autor, profesor, escritor y crítico literario.
 

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