Reflexiones sobre la lectura, la condición de lector, la formación de lectores y comentarios de libros clasificados por edades y temas.
viernes, 9 de enero de 2015
Las lecciones del chimpancé (¿Chomsky se equivoca?) I
Noam Chomsky sostiene que los niños no aprenden a hablar de la misma forma en que aprenden a anudarse los cordones de los zapatos o a tocar el piano. Sostiene el lingüista que es imposible que un menor aprendiera a hablar observando e imitando a los adultos, que las reglas de la sintaxis inherentes al lenguaje tienen que estar codificadas en alguna zona del cerebro. Sugiere que existe una estructura subyacente de significados que es común a todas las lenguas. Este bagaje semántico común se traduce en una gran diversidad de sonidos y palabras que conforman las distintas lenguas, organizándose en función de una “gramática universal”. Dicha gramática universal sería una parte intrínseca de la dotación genética del niño, equiparando así la facultad del lenguaje en el ser humano a la construcción de presas en los castores o la danza en círculo de las abejas.
Pero Chomsky no estudió la lengua como un sistema social y por tanto no tuvo en cuenta las complejas interacciones de una comunicación real (palabras, entonación, lenguaje corporal). Ejemplo, el lenguaje de los sordomudos (ASL) permite transmitir la oración “Me siento bien” con diez matices distintos.
Especialistas aseguran que un setenta y cinco por ciento del contenido de una conversación cara a cara se transmite por medio del lenguaje corporal y la entonación. Chomsky se centró en la forma escrita por eso su argumento se debilita. Todas las pautas de conducta gestual, que en un acto de comunicación directa compartimos con otros primates, fueron considerados irrelevantes para el citado intelectual, y por tanto, no lingüísticos de la comunicación. Pero William Stoke descubrió a finales de los sesenta en el lenguaje gestual una marca de continuidad entre el hombre y el chimpancé.
Roger Foots en Primos hermanos (Ediciones B, Barcelona, 1999), asegura que el chimpancé al que la familia Gardner y él mismo enseñaron a comunicarse con el lenguaje de los sordomudos siguió las mismas pautas de aprendizaje que un niño. Primero aprendió signos aislados, luego combinaciones de dos y finalmente enunciados de tres signos.
El lenguaje habría surgido como fruto de un continuum que tuvo su inicio en el sistema gestual de nuestro común antepasado primate y fue evolucionando hasta desembocar en los complejos sistemas de comunicación verbal.
Los progresos de la joven chimpancé (Washoe) no se detuvieron a lo largo de los años setenta; dominaba combinaciones de palabras más largas, preguntas de diversa índole, preposiciones y otros elementos gramaticales; todo ello correspondería a la segunda y tercera fase de adquisición del lenguaje del niño.
Recordemos además que los gruñidos involuntarios del primate, al igual que los gritos humanos, los controla el sistema límbico, es decir la parte más primitiva del cerebro.
La teoría de la evolución del lenguaje como un continuum que fluye a lo largo de millones de años sin necesidad de recurrir a mutaciones o saltos evolutivos, enlazaría con la revolucionaria tesis de Darwin según la cual el lenguaje humano surgió a partir de otras formas de comunicación animal.
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