viernes, 23 de enero de 2015

Las lecciones del chimpancé (La madre enseña a sus hijos) II


En la píldora anterior ya recogimos algunas ideas interesantes del citado libro de Roger Foots (Primos hermanos) sobre la evolución de una chimpancé a la que desde sus primeros momentos de vida se la acostumbró a vivir con una familia humana y se la enseñó el lenguaje de signos de los sordomudos.   
Retomamos ahora la investigación para seguir a la chimpancé Washoe cuando se convirtió en una hembra adulta y se la encomendó un cachorro de chimpancé al que adoptó con absoluta normalidad; a los dieciocho meses esta nueva criatura empleaba cerca de veinticinco signos de forma espontánea y se convertía en el primer ser no humano que había aprendido un lenguaje humano gracias a la enseñanza de otro ser no humano. Después se fue ampliando la familia añadiendo una cría más, después otra y finalmente otras dos más.
Pronto todas estas crías fueron produciendo frases como “Sombrero deprisa ven jugar” (dirigiéndose a un visitante del laboratorio que llevaba sombrero) o “Ven dame bebida deprisa”.
  Estos chimpancés aprendieron a hablar por signos de la misma manera que aprenden los niños sordos cuyos padres también padecen sordera, es decir por medio de la interacción espontánea con adultos que emplean el lenguaje de signos.

A principios de los ochenta aquella extensa familia llegaba a mantener casi diez conversaciones por hora. No empleaban el lenguaje para obtener recompensas, sino que en un entorno estimulante desde el punto de vista lingüístico y afectivo empleaban el lenguaje como lo hace cualquier familia humana. Todos ellos pasaban una gran cantidad de tiempo hojeando revistas con imágenes, según nos cuenta Foots.

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