Autor: César Vidal
Editorial: S.M. El navegante. Madrid, 2000.
Ambientada en la oscura y tardía Edad
Media, esta novela histórica nos narra las invasiones, saqueos y destrucciones
que ocasionaban los pueblos mongoles en las frías tierras de la estepa rusa. La
sobrecogedora capacidad que tenía este belicoso pueblo para matar y arrasar,
mostraba una crueldad tan extrema que algunos creyeron ver en ellos verdaderos
embajadores del infierno, del Tártaro; de ahí el nombre que también reciben. No
debe sorprendernos, pues, que fueran considerados como uno de los jinetes del
Apocalipsis.
Por lo demás, el relato que nos brinda
César Vidal avanza mediante la imbricación de dos perspectivas narrativas correspondientes
a los dos jóvenes protagonistas. Estamos pues ante una historia contada a dos
voces, una historia con dos sensibilidades que representan a los dos bandos
enfrentados en una darwiniana lucha por la existencia. El lector va así
saltando de un campo a otro comprendiendo las razones de ambos y evitando
cualquier juicio maniqueo.
Las hordas de guerreros mongoles
resistentes a los rigores del clima, endurecidos por una vida a caballo y en
busca permanente de fortuna, se perciben
a sí mimos como seres cuya
existencia no tendría ningún sentido sin
la victoria. Su destino les empuja a concluir el proceso que un día iniciara el
gran Gengis Kan y que no era otro que conquistar, regir y dominar al resto de
los pueblos conocidos. En el otro lado tenemos al pueblo ruso que lleva siglo y
medio soportando los embates y agresiones tártaros.
El joven guerrero protagonista es un
halcón y se comportará según su condición. El adolescente ruso es un pajarillo y como tal actuará. La
ley de supervivencia empuja a los dos aunque no en la misma dirección. (P.M.) Publicado en Peonza nº 57
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