Creo
pertinente detenerme en algunos cambios que se están produciendo para, a partir de ellos esbozar algunas
posibles consecuencias; en otro artículo se abordará las implicaciones en el ámbito lector en el
que se mueven niños y jóvenes.
Se venía
considerando hasta hace unos decenios que la formación de bibliotecas
personales, cultivadas según un determinado orden y criterio, suponía un
atesoramiento familiar y un valor cultural. En los tiempos actuales se empieza
a percibir que los libros ocupan mucho espacio convirtiéndose en un lastre para
los hogares. Por otro lado, la familia ha dejado de ver las citadas bibliotecas
como parte de una herencia codiciada.
Una
plausible explicación a este creciente desinterés por las bibliotecas
familiares podría estar en que una potente red de Bibliotecas Públicas
atendiera eficaz y diligentemente cualquier demanda bibliográfica. Sin embargo,
y muy a nuestro pesar, no es éste el caso.
Otra
razón podría ser que se pretende sustituir la cultura de los libros por la
nueva cultura de Internet más ligera, más rápida de localizar, y sin ocupar
ningún lugar; pero todavía no ha llegado ese momento.
En
efecto Internet se ha convertido en la herramienta de consulta por excelencia; y
el primer requisito para retener a los jóvenes usuarios en una biblioteca
pública es readecuar las instalaciones y dotarlas generosamente con las nuevas
tecnologías de la información. Esto obliga al docente a plantearse la formación
de usuarios en la búsqueda de información a través de la Red.
Otro cambio es el que se está produciendo en el
mundo de la edición y de la publicación; se está desvaneciendo la idea de que
la escritura como texto publicable es una actividad reservada a las élites
intelectuales. Ante la nueva situación, ni para escribir hace falta ser
escritor ni para publicar hace falta saber escribir bien. Las editoriales se
han desprendido de los comités de lectura (escritores o críticos que sugerían
lo que se debía publicar); han sido sustituidos, en el mejor de los casos, por
un consejo para velar por la línea editorial. "Es un cambio obligado en la edición al tenerse que tomar decisiones con
rapidez", dice el editor francés Gallimard.
A falta de editorial uno puede costearse su propia
edición. Damos la bienvenida a la popularización de la escritura; pero a medida
que crece el número de publicaciones, el objeto libro se va convirtiendo más y
más en producto de consumo; con el añadido de que la proliferación de libros de
todo tipo rebaja la valoración del libro en general y eclipsa la calidad
particular de los buenos libros. Curiosamente ésta es una preocupación que ya
apareció en el siglo XVI cuando la imprenta mostró la facilidad con la que
podía multiplicar los libros y los textos; pero nos tememos que no es lo mismo.
Esta desmitificación de la publicación, esta
pérdida del miedo a la escritura tendría que favorecer su extensión y su
práctica entre la sociedad. Además se debería aprovechar esta oportunidad para
insistir en la asociación necesaria entre lectura y escritura. Sería el mejor
camino, ya no solo para fomentar la lectura, sino para mejorar los niveles
lectores y elevar la calidad de las lecturas.
Es interesante a este respecto, el observar la
situación que se está produciendo entre los adolescentes y jóvenes que a pesar
de haber crecido bajo la hegemonía de la imagen de las pantallas electrónicas
se entregan a escribir compulsivamente en chats, blogs, e-mail, o mensajes sms
y whatsapps. ¿Quién habló de la muerte de la escritura?
Otra
forma democrática de invitación a la escritura o de participación en ella llega
a través de la Red; en efecto, cada vez son más las propuestas que, mediante la
escritura libre y colectiva, colocan al usuario anónimo en el
centro del universo literario al permitírsele la manipulación de los textos. Se subvierten las reglas de la
creación literaria tal como las veníamos entendiendo hasta ahora, rompiéndose el sentido de autoría y pasando el relato a ser un espacio
abierto en el que cualquiera puede participar. Estamos así ante un nuevo
concepto de la escritura publicada ya que ésta es modificable, flexible,
dinámica e interactiva, frente al texto del libro cerrado y fijo. La wikipedia
o los wikilibros son buenos ejemplos de lo que estamos diciendo.
En la mayoría de estos juegos nos encontramos con
una combinación de texto, fotografía, sonido, música, animación, video e
imágenes en tres dimensiones; los relatos que de ellos se desprenden son muy
sugestivos; como tales relatos exigen del jugador concentración, relación,
comparación, reflexión y previsión.
Si aceptamos que dichas capacidades intelectuales
influyen como elementos organizadores de sensaciones, ideas y hechos, estamos
reconociendo que los nuevos juegos, los nuevos relatos, las nuevas formas de
presentación de la ficción, están influyendo en los propios mecanismos mentales
que permiten imaginar y que ayudan a
representar la realidad; y lo están haciendo con un alto grado de eficacia. Por tanto están sustituyendo al libro en una de las funciones que la
lectura cumplía.
Algunos de los cambios arriba mencionados están modificando
la visión que la propia sociedad se forma de la acción de leer; y aunque las
funciones que tradicionalmente se atribuyen a la lectura puedan permanecer, el
poder de influencia de ésta sí puede verse modificado por esa distinta forma de
ser percibida.
La actitud del lector está empezando a ser otra; "es más consumidor que adepto",
nos dice el crítico literario Pierre Lepape. Por eso los escritores no tienen el poder o la
influencia que tenían en el pasado; su estatus se ha rebajado ante el lector y
por tanto también se ha rebajado el valor de lo que escriben. El lector actual
está más despegado del texto, del autor, y del propio proceso de la lectura; y de este modo cada vez se produce una mayor disociación entre el libro
y el acto intelectual de su lectura.
Sabemos que los cambios aquí apuntados son meros
apéndices de transformaciones más generales que afectan a nuestra sociedad,
pero no se pretende (ni se podría) ser exhaustivo. Sin embargo es difícil negar
que el bosquejo que acabamos de describir está implicando la aparición de una
nueva cultura educativa que nuestros jóvenes están aprendiendo con o sin el
concurso del colegio o del instituto. Hay determinados escenarios sociales y
culturales que sencillamente se imponen, modelan y educan; y esto es
independiente de que participen o no las instituciones educativas; simplemente
ocurre. El que la educación mire para otro lado no cambia la situación; pero se
pierde una oportunidad para darle un sentido educativo a un fenómeno que viene
dado. Reactualización a partir del publicado en Peonza nº 77
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