jueves, 30 de mayo de 2013

Ser lector en cambio


Creo pertinente detenerme en algunos cambios que se están produciendo  para, a partir de ellos esbozar algunas posibles consecuencias; en otro artículo se abordará las implicaciones en el ámbito lector en el que se mueven niños y jóvenes.


Se venía considerando hasta hace unos decenios que la formación de bibliotecas personales, cultivadas según un determinado orden y criterio, suponía un atesoramiento familiar y un valor cultural. En los tiempos actuales se empieza a percibir que los libros ocupan mucho espacio convirtiéndose en un lastre para los hogares. Por otro lado, la familia ha dejado de ver las citadas bibliotecas como parte de una herencia codiciada.

Una plausible explicación a este creciente desinterés por las bibliotecas familiares podría estar en que una potente red de Bibliotecas Públicas atendiera eficaz y diligentemente cualquier demanda bibliográfica. Sin embargo, y muy a nuestro pesar, no es éste el caso.
Otra razón podría ser que se pretende sustituir la cultura de los libros por la nueva cultura de Internet más ligera, más rápida de localizar, y sin ocupar ningún lugar; pero todavía no ha llegado ese momento.


En efecto Internet se ha convertido en la herramienta de consulta por excelencia; y el primer requisito para retener a los jóvenes usuarios en una biblioteca pública es readecuar las instalaciones y dotarlas generosamente con las nuevas tecnologías de la información. Esto obliga al docente a plantearse la formación de usuarios en la búsqueda de información a través de la Red.

Otro cambio es el que se está produciendo en el mundo de la edición y de la publicación; se está desvaneciendo la idea de que la escritura como texto publicable es una actividad reservada a las élites intelectuales. Ante la nueva situación, ni para escribir hace falta ser escritor ni para publicar hace falta saber escribir bien. Las editoriales se han desprendido de los comités de lectura (escritores o críticos que sugerían lo que se debía publicar); han sido sustituidos, en el mejor de los casos, por un consejo para velar por la línea editorial. "Es un cambio obligado en la edición al tenerse que tomar decisiones con rapidez", dice el editor francés Gallimard.

A falta de editorial uno puede costearse su propia edición. Damos la bienvenida a la popularización de la escritura; pero a medida que crece el número de publicaciones, el objeto libro se va convirtiendo más y más en producto de consumo; con el añadido de que la proliferación de libros de todo tipo rebaja la valoración del libro en general y eclipsa la calidad particular de los buenos libros. Curiosamente ésta es una preocupación que ya apareció en el siglo XVI cuando la imprenta mostró la facilidad con la que podía multiplicar los libros y los textos; pero nos tememos que no es lo mismo.

Esta desmitificación de la publicación, esta pérdida del miedo a la escritura tendría que favorecer su extensión y su práctica entre la sociedad. Además se debería aprovechar esta oportunidad para insistir en la asociación necesaria entre lectura y escritura. Sería el mejor camino, ya no solo para fomentar la lectura, sino para mejorar los niveles lectores y elevar la calidad de las lecturas.
Es interesante a este respecto, el observar la situación que se está produciendo entre los adolescentes y jóvenes que a pesar de haber crecido bajo la hegemonía de la imagen de las pantallas electrónicas se entregan a escribir compulsivamente en chats, blogs, e-mail, o mensajes sms y whatsapps. ¿Quién habló de la muerte de la escritura?

Otra forma democrática de invitación a la escritura o de participación en ella llega a través de la Red; en efecto, cada vez son más las propuestas que, mediante la escritura libre y colectiva, colocan al usuario anónimo en el centro del universo literario al permitírsele la manipulación de los textos. Se subvierten las reglas de la creación literaria tal como las veníamos entendiendo hasta ahora, rompiéndose el sentido de autoría y pasando el relato a ser un espacio abierto en el que cualquiera puede participar. Estamos así ante un nuevo concepto de la escritura publicada ya que ésta es modificable, flexible, dinámica e interactiva, frente al texto del libro cerrado y fijo. La wikipedia o los wikilibros son buenos ejemplos de lo que estamos diciendo.

En la mayoría de estos juegos nos encontramos con una combinación de texto, fotografía, sonido, música, animación, video e imágenes en tres dimensiones; los relatos que de ellos se desprenden son muy sugestivos; como tales relatos exigen del jugador concentración, relación, comparación, reflexión y previsión.
Si aceptamos que dichas capacidades intelectuales influyen como elementos organizadores de sensaciones, ideas y hechos, estamos reconociendo que los nuevos juegos, los nuevos relatos, las nuevas formas de presentación de la ficción, están influyendo en los propios mecanismos mentales que permiten  imaginar y que ayudan a representar la realidad; y lo están haciendo con un alto grado de eficacia. Por tanto están sustituyendo al libro en una de las funciones que la lectura cumplía.

Algunos de los cambios arriba mencionados están modificando la visión que la propia sociedad se forma de la acción de leer; y aunque las funciones que tradicionalmente se atribuyen a la lectura puedan permanecer, el poder de influencia de ésta sí puede verse modificado por esa distinta forma de ser percibida.
La actitud del lector está empezando a ser otra; "es más consumidor que adepto", nos dice el crítico literario Pierre Lepape. Por eso los escritores no tienen el poder o la influencia que tenían en el pasado; su estatus se ha rebajado ante el lector y por tanto también se ha rebajado el valor de lo que escriben. El lector actual está más despegado del texto, del autor, y del propio proceso de la lectura; y de este modo cada vez se produce una mayor disociación entre el libro y el acto intelectual de su lectura.

Sabemos que los cambios aquí apuntados son meros apéndices de transformaciones más generales que afectan a nuestra sociedad, pero no se pretende (ni se podría) ser exhaustivo. Sin embargo es difícil negar que el bosquejo que acabamos de describir está implicando la aparición de una nueva cultura educativa que nuestros jóvenes están aprendiendo con o sin el concurso del colegio o del instituto. Hay determinados escenarios sociales y culturales que sencillamente se imponen, modelan y educan; y esto es independiente de que participen o no las instituciones educativas; simplemente ocurre. El que la educación mire para otro lado no cambia la situación; pero se pierde una oportunidad para darle un sentido educativo a un fenómeno que viene dado.  Reactualización a partir del publicado en Peonza nº 77


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