viernes, 30 de octubre de 2015

Héroes de Roma en la Antigüedad



Autor: Jean-Pierre Andrevon
Editorial Anaya. Madrid 2003



Continuando con la serie de Cuentos y Leyendas que la editorial Anaya viene publicando (Héroes de la mitología, Cuentos y leyendas de la Edad Media, del Antiguo Egipto, de los Juegos Olímpicos, etc) nos propone esta versión sobre algunos de los protagonistas de la historia y civilización de Roma. Y así por estas páginas desfilan desde los simples legionarios hasta los personajes más célebres, desde Espartaco, hasta Marco Antonio, desde los fundadores de Roma hasta los que fueron testigos de su decadencia y desplome. 


Con un estilo ágil y ameno el autor recrea bellos mitos y sugestivas historias plenas de fuerza y vigor narrativo. 
Oportuno libro para revisitar el mundo clásico y dar paso a lecturas más consagradas de aquella civilización a  la que tanto debemos en lo que somos.  
(PM) Publicado en El Diario Montañés

martes, 20 de octubre de 2015

La guerra de los mundos

Autor: H.G. Wells 
Anaya Madrid 2002

Varias son las películas que en los últimos años se han estrenado teniendo como tema de fondo la invasión de la tierra por inteligencias extraterrestres con una tecnología altamente superior a la nuestra; y algunos de sus realizadores se han declarado deudores del programa radiofónico que Orson Welles lanzó a las ondas de Nueva York provocando reacciones colectivas de pánico y de huidas masivas con los consiguientes atascos. Sin embargo unos y otros deben su obra a la novela original de H.G. Wells que aquí presentamos. 
 
Cada vez más preocupado por el futuro de la humanidad, Wells se ocupó de elaborar y defender la ideas de un “gran Estado universal” adhiriéndose a la Sociedad Fabiana, una suerte de asociación  político-cultural que pretendía la reforma gradual de la triste condición de vida de la clase proletaria, apartándose de la doctrina marxista. Se proponía un Estado cuyo fundamento último consistiría en la búsqueda del bienestar de todos frente a las irritantes desigualdades  económicas que había en Inglaterra a principios del Siglo XX.  

Después de la Primera Guerra Mundial se dedicó con renovado optimismo a la tarea de educador de la humanidad, convencido de que todo el mal tiene su origen en la ignorancia; pero durante la Segunda Guerra Mundial la fe de Wells en el rescate moral de la humanidad decayó enormemente y sus últimas obras revelan un tono pesimista:El destino del homo Sapiens (1939) o La mente al borde del abismo (1945). Aún en los límites del valor estrictamente literario de su obra (“la literatura no es orfebrería” dirá), es destacable la fuerza y plasticidad de su prosa, su inagotable inventiva, su agudo sentido de la vida y su compromiso con la Humanidad. Wells ejerció una notable influencia en el público de habla inglesa y en el de Europa en general.

Bertrand Russell filósofo y correligionario suyo en numerosas causas por la paz, el progreso, y la justicia social distributiva, alabará esta obra por su fuerza evocadora, su carácter subyugante, por el brío con el que describe la huida a ninguna parte, el pánico contagioso que desemboca en la oración o en la orgía o la debilidad de los valores convencionales que quiebran ante una situación límite. (PM) 

viernes, 16 de octubre de 2015

La máquina del tiempo.

 Autor: H. G. Wells 
Editorial: Anaya  Madrid 2002

Wells es ujn escritor y sociólogo inglés nacido en 1866. De origen humilde consiguió una bolsa de estudios con la que se graduó en Biología siendo inmediatamente atraído por las teorías evolucionistas y agnósticas. Tras dedicarse unos años a la enseñanza y al trabajo científico se volcó por completo en la actividad periodística y literaria.

Vivió H.G.Wells su madurez en plena época victoriana coincidiendo también con un momento en que la espectacularidad de los avances de la ciencia y de la técnica dará como fruto la aparición  sucesiva de toda una serie de instrumentos hasta componer una especie de catálogo de maravillas científicas: el teléfono, el micrófono, el alumbrado eléctrico, el gramófono, el motor de gasolina, la máquina de escribir, la máquina de segar, el cine, etc.

En un primer período de su producción y basándose siempre en un descubrimiento real y con la ayuda de la fantasía, sacó consecuencias extremas y consiguió como Verne en su tiempo, prever desarrollos que hoy son casi una realidad; a esta época de su producción pertenecen La máquina del tiempo (1895), El hombre invisible (1897), La Guerra de los Mundos (1898), Los primeros hombres de la Luna (1901). Hay una preocupación que subyace en todas estas obras que no sería tanto un miedo al progreso y avance de la ciencia como al afán por prevenir y educar  a los hombres de su tiempo de los potenciales riesgos de aquella.  

Como vemos la obra que comentamos es  la primera gran novela de H.G.Wells en la que recogía algunos de los relatos anteriores y construía una obra de envergadura que le consagró en el mundo literario; también podemos decir que en ella se encuentran las raíces del resto de sus novelas.
A pesar de haberse llevado a la pantalla con notable acierto y de haberse ofrecido en tv. en repetidas ocasiones, el libro sigue ofreciendo un atractivo especial por su prodigiosa imaginación y su fuerza  descriptiva. Un mundo cruel y decadente producto de una civilización desmesurada aparece como una pesadilla que amenaza a la Humanidad. 

El sentido moral en esta obra queda de manifiesto en el tema central que no es otro que la responsabilidad del hombre ante la Humanidad y ante el porvenir. Las costumbres, las crueldades y la decadencia que el viajero del tiempo encuentra en su odisea es el resultado de lo que cada generación de la especie humana realice en su presente. Estamos ante una muy estimable novela de aventuras. (PM) 


martes, 13 de octubre de 2015

La cabina mágica

Autor: Norton Juster
Traducción: Alberto Jiménez Rioja
 Edit. Anaya  Madrid  1998

La asombrosa fantasía de Norton Juster se despliega con singular maestría en este libro  que nos  recuerda al ya clásico “Alicia en el país de las Maravillas” por “ese reino feliz ventajosamente emplazado junto a las Colinas de la Confusión y acariciado por las suaves brisas del Mar del Conocimiento”. También nos recuerda al “Mundo de Sofía” por el modo de entretejer la trama con la urdimbre de los mensajes anónimos y por el amor  a la sabiduría y al conocimiento. Pero el libro que comentamos fue publicado 20 años antes. Por último creemos es un aventajado discípulo de la estela creada por “El Principito” cuyas referencias son también inevitables. 

Publicado en 1961 en Estados Unidos, el éxito de ventas le vendría no por campañas publicitarias sino por el apoyo y recomendación de los propios lectores. 
Estamos ante un libro que enlaza la infancia con la adolescencia y que lleva al adolescente hacia la etapa adulta.  También ayudará al adulto a “recuperar su infancia”. (P.M.) Publicado en El Diario Montañés. 


martes, 6 de octubre de 2015

LITERATURA CLÁSICA VERSUS LITERATURA DE DISEÑO (y III)

e.) El bosque no deja ver los árboles
             Pero ese salto será imperceptible o incluso no será necesario  por estar ya en la otra orilla cuando el lector se topa con un clásico juvenil. Aquí está la verdadera piedra filosofal. El peligro del auge comercial de la literatura juvenil estriba en que los buenos libros corren el serio riesgo de no ser descubiertos.  Varios escritores están llamando la atención acerca de este fenómeno, como por ejemplo Roald Dahl. Estamos ante unas edades en las que no nos podemos conformar con acostumbrar a los jóvenes a leer, sino que debemos enseñarles a reconocer los buenos libros. No estamos en contra de una oferta copiosa ya que consideramos que contribuye a aumentar el número de lectores. Pero todos somos conscientes de que muchas obras que salen al mercado son mediocres, oportunistas, que se apoyan en los hábitos del mercado consumista (se consume lo que se promociona; se promociona lo que acaba de salir; el éxito de ventas está en función de la promoción). Pero el bosque no debe impedir apreciar la singularidad de algunos árboles. No sólo se trata de leer más, sino de leer mejor sabiendo lo que se lee y eligiendo con sólido criterio lo que se va a leer. No sólo debemos formar buenos lectores, sino que debemos conseguir lectores de buena literatura.   


             f.) Del boom al canon también en literatura infantil y juvenil   Todo lo  que antecede nos obliga a hacernos algunas preguntas: ¿Cuánto hay de marketing en el "boom" de la literatura juvenil? ¿De qué manera influyen los profesores y "especialistas" en literatura juvenil recomendando tal libro o tal autor en el éxito comercial de algunos autores? Otras veces los profesores hemos visto cualidades didácticas, valores ecológicos, de tolerancia, etc. en un libro y ese ha sido el móvil que nos ha llevado a recomendarlo. Sin embargo, y por muy nobles que nos parezcan estos motivos, si no hay más, ayudan poco a favorecer el gusto por la buena literatura; nos estamos refiriendo a la manifestación artística que está sustentada en valores poéticos y en criterios estéticos, siendo el uso del lenguaje literario uno de los ejes primordiales; es ese estilo personal pleno de frescura, naturalidad y sencillez aunque sin caer en la trivialidad.
             Todo ello nos obliga a abordar esta cuestión de los éxitos literarios con los matices y las reservas necesarias: sin olvidar la responsabilidad que en ello tenemos los profesionales implicados en este ámbito. Porque si aceptamos la importancia que tiene la Escuela en la formación de lectores, debemos asumir que también el tipo de libros o de autores que estos incipientes lectores recrean son los que en parte nosotros promocionamos. Ahora bien ¿Qué criterios seguimos los profesores cuando recomendamos libros? ¿Qué papel juega en estas decisiones el precio, la colección, el diseño, la campaña de lanzamiento, o la audaz distribución?  ¿Y en qué lugar queda ese espacio simbólico de la expresión y exploración de la condición humana que llamamos verdaderamente Literatura?
             Nada de lo que decimos aquí es especialmente novedoso y especialistas con  autoridad lo han señalado anteriormente; pero pensamos que es conveniente volver reiteradamente sobre este aspecto para provocar una necesaria y constante reflexión sobre el mismo, corregir algunos hábitos, replantearse algunas prácticas y tratar de evitar algunos usos.
              

             Y para terminar, y como cerrando un bucle, volvamos a la idea inicial; aceptemos pues, que es necesario mantener un concepto jerárquico de la literatura ya que a fin de cuentas se trata de salvar aquellas obras universales que por serlo no deben desaparecer; es un problema de supervivencia pero también de caducidad. Es necesario que algunas desaparezcan, que muchas desaparezcan, para que otras permanezcan al tiempo que se cede el puesto a nuevas propuestas y nuevos ensayos que aspiran a la inmortalidad, verdadera vocación de toda obra literaria.  Este intento de medir lo inconmensurable, de poner puertas al campo, es una garantía de la existencia misma de la literatura.  Para ello hay que reivindicar la jerarquía estética, porque no todo vale, ni mucho menos vale todo para siempre. Los valores estéticos no son meramente opinables. El reto sigue ahí.