martes, 7 de marzo de 2017

Rebelón en la granja

Autor: George Orwell
Editorial: Debolsillo, Barcelona, 2013

   Su publicación no estuvo exenta de dificultades relacionadas con la censura, en este caso autocensura de los editores, ya que como reconocía el propio Orwell “nada importa tanto  en este momento como la amistad anglo-rusa”; corría el año 1944. Pero añade a continuación  que la cooperación entre los dos países “no podrá alcanzarse si no hablamos claro y sin rodeos”.


   Así pues la obra estuvo durmiendo más de un año en algún cajón porque “ningún editor osaba publicarla antes del término de la guerra”. En esa misma línea criticó a los periodistas ingleses de izquierdas, y a los intelectuales en general, su deshonestidad y cobardía. No era la primera vez que denunciaba la autocensura, la rusofilia y la inclinación al totalitarismo de muchos intelectuales franceses, “servilismo y cobardía que siempre se pagan” remachará. 
   Su integridad, honestidad y su independencia de criterio será siempre una de sus señales identitarias, destacando sus reflexiones a contracorriente o su crítica a cualquier tipo de totalitarismo sea del color que sea. 
   Mostró siempre un apasionado compromiso con su tiempo y de ahí que en la obra que vamos a comentar se entenderá mejor  cuanto más conozcamos los acontecimientos históricos a los que se refiere, a saber la evolución de la Rusia soviética.
  Algún crítico ha creído ver en la obra cierta banalización de acontecimientos muy complejos y otros han alertado contra la introducción de esta tempranamente entre escolares por adoctrinarlos hacia actitudes anticomunistas. Pero ese es un nivel de lectura al que no es necesario que lleguen los escolares todavía. Además la correspondencia entre hechos históricos y acontecimientos en la granja no debe ser un requisito esencial para la comprensión y disfrute de la obra.  La prueba está en que la vienen disfrutando desde su publicación grupos de  lectores muy diferentes por edad, cultura, geografía. Y es porque más allá de la alusión a hechos concretos se apuntan cuestiones que tienen vigencia en cualquier tiempo y lugar tales como las deficiencias en la naturaleza  y en la organización social, o los elementos de autodestrucción implícitos en todo movimiento revolucionario.

   Como es sabido estamos ante una historia de animales; la trama narra la sublevación de los animales contra el dueño humano de la granja; aquellos son liderados por un pequeño grupo de cerdos que se convertirán en clase dirigente  mientra que el hombre es expulsado.    La victoria significaba para los animales un nuevo tiempo de mejores condiciones de vida y de trabajo, más comodidades, cooperación fraternal  e igualdad entre todos ellos.  Sin embargo pronto empezaron a surgir las ambiciones, las rivalidades, la corrupción y las arbitrariedades. Aquello no era por lo que habían luchado. 
   Es una despiadada sátira contra el estalinismo, la revolución traicionada. Su declarada intención era la de revelar a Europa occidental la verdadera cara del régimen soviético.

   No obstante, aunque la alegoría hace referencia a la Rusia stalinista, ello no invalida el hecho de que el mensaje que se desliza de la obra trascienda a ésta para convertirse en  una denuncia universal de los regímenes populistas y totalitarios, un alegato contra la corrupción que genera el poder omnímodo, (también corrupción de ideales) y una advertencia contra la manipulación de los hechos históricos. En definitiva una denuncia de la supresión de la voluntad individual.

  Esta fábula animal está magistralmente desarrollada, en parte gracias a la destreza narrativa que descansa en su propia sencillez, aunque una sencillez aparente; claridad y concisión de estilo, brevedad, lenguaje diáfano, rotundo, de ritmo implacable. Un lenguaje sin subordinadas, ni adjetivos, ni metáforas, un lenguaje contra la manipulación. Un clásico de tomo y lomo.



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