viernes, 4 de abril de 2014

El niño que vivía con los avestruces



Autora: Mónica Zak
Traductor: Oscar García
Ilustrador: Enrique Flores
Editorial: Anaya, Madrid, 2012.  8,20 €

El mito del niño salvaje cuidado por animales tiene precedentes muy antiguos y en culturas muy diversas; veamos algunos ejemplos: Zeus es amamantado de niño por una cabra, Rómulo y Remo tienen de nodriza a una loba,  leyendas persas hablan de osos preceptores de niños, leyendas japonesas hablan de niños mono, etc. Sería interesante examinar la parte de verdad que pueda encerrar el pensamiento mítico, pero no hay duda de que muchos dramas humanos reconvertidos en imaginarios se apoyan en acontecimientos reales.
En realidad tampoco hace falta remontarnos tan alto ni tan lejos para rastrear experiencias tan extremas. En la cercana Europa hay numerosos casos documentados: Rousseau nos habla del niño de Hesse criado con lobos, Condillac del niño lituano que vivió con osos, se habla del niño carnero de Irlanda, de un segundo niño oso de Lituania, de los niños cabra de los Pirineos o de la muchacha oso de Hungría; sin olvidarnos de los casos mejor estudiados: el muchacho de l´Aveyron (1799) y Kaspar Hauser de Nüremberg (1828).

Tampoco es menor la casuística que se encontraron los ingleses en su invasión del Sur de Asia donde pudieron escuchar leyendas y cuentos que hablaban de niños lobo, niños leopardo e incluso de un niño gacela, criaturas que crecieron al margen de la socialización humana y de las que se harían eco El libro de la Selva o Tarzán.
  
En esta vertiente literaria se sitúa la escritora sueca Mónica Zak tras recoger una  anécdota que escuchó de dos refugiados saharauis; estos contaban el caso de un niño que sobrevivió merced a una familia de avestruces, que finalmente fue rescatado y cuyo hijo todavía vivía entre los refugiados. Tras visitar ella misma en numerosas ocasiones los campamentos en Tinduf y de contactar y hablar con el hijo, recreó la historia motivo de este libro.

Hadara, un niño de dos años, se extravía de su madre cuando ésta pierde el contacto con una caravana que viaja por el desierto y son sorprendidos por una espectacular tormenta de arena.  Todo el mundo cree que el niño ha muerto, pero encontrado por un grupo de avestruces lo crían como a uno más de su especie. Con ellos convive durante diez años hasta que finalmente miembros de su pueblo lo descubren, lo reconocen y le devuelven a su hogar. Por el medio está toda una aventura en un medio natural con éstos y otros animales; las dificultades vendrán después para adaptarse a la vida de los humanos. Nota: Estas aves zancudas desaparecieron del Sahara a mediados del siglo XX.

Amor, ternura, amistad, hospitalidad, generosidad, entrega y solidaridad son los valores que brillan en esta novela del niño avestruz que nunca se rindió, que logró sobrevivir a una vida dura y difícil y que hoy es un símbolo de la lucha del pueblo saharaui por un territorio libre. (P M) Publicado en Peonza Nº 105, junio de 2013


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