viernes, 12 de diciembre de 2014

Una pequeña historia de la filosofía



Autor: Nigel Warburton
Traductor: Aleix Montoto
Editorial: Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores, Barcelona, 2013. 21,90 €


No es la primera vez que Nigel Warburton hace una incursión en el campo de la divulgación filosófica. En efecto en 1992 publicaba en castellano Filosofía básica y en 2003 Pensar de la A a Z. Este académico y pensador británico es conocido por su facilidad para la divulgación de su disciplina académica así como por sus ensayos sobre estética o sobre el discurso.     


El título del libro es suficientemente elocuente de lo que pretende ahora; y a fe que lo consigue aunque la tarea no se presentaba fácil. Porque a pesar del adjetivo inicial no renuncia a abordar los grandes problemas que han ocupado al pensamiento occidental a lo largo de los dos últimos milenios y medio; ni por ser oscuros y difíciles algunos filósofos han dejado de ser tratados aquí. Evidentemente el reto no era hacer un breve resumen de la historia de la filosofía, sino entresacar a varias docenas de filósofos de todos los tiempos y hacerlos accesibles al joven actual; pero no al joven que ya le gusta filosofar, que también, sino al joven que busca respuestas, que inquiere sobre el sentido de la vida, que indaga detrás de palabras como libertad, ética, política, religión, organización social o lenguaje; cualquier joven que tenga un mínimo de inquietud intelectual puede encontrar en esta propuesta una lectura sumamente atractiva.

Corrientes como el idealismo, epicureismo, estoicismo, maniqueísmo, maquiavelismo, panteísmo, racionalismo, deísmo, evolucionismo, marxismo, psicoanálisis, entre otras propuestas de formas de vivir y de pensar se van desgranando en este volumen.

Y puesto que si desde la filosofía se promueve el ideal y éste promueve el progreso moral colectivo, ninguna edad mejor que la juvenil para cultivar ideales que se proyecten por encima del conformismo/escepticismo del orden establecido. El libro es una invitación a hacerse preguntas incómodas y a pensar críticamente las respuestas que se dan.


Es sabido que el filósofo es también un creador de lenguaje, como el novelista o el poeta; y precisamente esta faceta es lo que hace a algunos de ellos tan difíciles de comprender, incluso para sus colegas; pues bien nuestro autor sortea este obstáculo con un estilo sencillo, directo, cercano, coloquial, ameno; emplea ejemplos cotidianos pegados a la experiencia juvenil o eficaces metáforas que resultan muy estimulantes al tiempo que divierten y refrescan la mente. Se ayuda de anacronismos, que a veces resultan cómicos, pero que hacen que el concepto filosófico que persigue estalle en la mente del lector y le introduzca en la verdadera dimensión filosófica. Se produce así la genuina acción de la lectura abriendo nuevos caminos de exploración intelectual, en un viaje interior de conocimiento de sí mismo, de madurez y de crecimiento personal. (P.M.) Publicado en Peonza nº 106-107 (2013)

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