martes, 17 de septiembre de 2013

Experimento mental 2



El planteamiento del experimento 1 ya publicado en este blog no es tan insólito; a veces en la vida real surgen situaciones similares y una determinada decisión puede estar cargada de una responsabilidad cívica y moral difícil de soslayar. 
   

Cuenta Nigel Warburton (Una pequeña historia de la filosofía. Círculo de Lectores, Barcelona,2013) que cuando Londres estaba sufriendo los bombardeos nazis, un espía alemán se convirtió en agente doble y los ingleses pudieron hacer llegar información falsa para que creyeran que las bombas estaban cayendo demasiado al norte. Los alemanes habrían reorientado sus aparatos y en vez de caer sobre áreas muy pobladas de la ciudad, los artefactos mortíferos habrían caído más al sur, sobre Kent y Surrey; utilizando información falsa habrían salvado las vidas de unos ingleses a cambio de la muerte de otros. El gobierno por esta vez decidió no jugar a ser Dios. 
  
Pero decisiones parecidas están detrás de asentamientos de centrales nucleares en lugares alejados de las grandes ciudades o en la ubicación de cementarios nucleares. La gravedad de la decisión se diluye porque la probabilidad del desastre es menor y por lo tanto el juego con el destino de las personas queda más mitigado; pero la carga moral sigue pendiendo sobre el que toma esa decisión; con una gran diferencia: los gobiernos tienen que tomar decisiones que inevitablemente afectan a todos los gobernados; en este caso la moral personal se supedita a la responsabilidad ante la población general del país.

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