martes, 24 de septiembre de 2013

Y el cerebro creó al hombre ¿Cómo pudo el cerebro generar emociones, sentimientos, ideas y el yo?

Autor: Antonio Damasio
Traductor: Ferran Meler Orti
Editorial: Destino, Barcelona, 2012

El científico de origen portugués Antonio Damasio  nos desvela en su último libro algunas de las hipótesis más recientes sobre los complejos procesos mentales que han desembocado en la conciencia humana.

Empieza subrayando que sin conciencia, sin una mente dotada de subjetividad, no tendríamos modo de conocer que existimos; y mucho menos sabríamos quiénes somos y qué pensamos. Y es que, si la subjetividad no se hubiera originado de manera muy simple al principio en criaturas más sencillas que los seres humanos, la memoria y el razonamiento probablemente no se habrían desarrollado de la manera prodigiosa en que lo hicieron; ni se habría allanado el camino evolutivo hacia el lenguaje y la versión más compleja de la conciencia que hoy poseemos los seres humanos. El dolor no se habría convertido en sufrimiento, ni el placer en gozo; tampoco existiría el conocimiento, ni la cultura, ni la historia.  Porque todo esto significa no tener conciencia.


Ahora bien ¿de qué está hecha la conciencia? Damasio responde: de una mente. Y la mente la construye y elabora el cerebro como resultado de las imágenes organizadas que fluyen en la corriente cerebral; ésta sería una mente inconsciente. Y cuando el cerebro inserta un sujeto que conoce (yo, sí mismo, el que vive la experiencia) en la mente, surge la subjetividad.
Damasio nos dice que la mente surge cuando la actividad de los pequeños circuitos de grupos de neuronas se organiza a través de grandes redes y componen patrones momentáneos. Estos patrones representan cosas y acontecimientos que están fuera del cerebro; se les conoce como mapas. 
En síntesis pues, el cerebro levanta mapas del mundo a su alrededor así como de sus propias actividades; y estos mapas se experimentan como imágenes en la mente humana; “imagen” se refiere aquí no sólo a la imagen de índole visual, sino de cualquier procedencia sensorial ya sean auditivas, viscerales o táctiles, entre otras.
Esclarecedora la metáfora que nos propone para ilustrar el origen de la mente consciente; nos dice:el sí mismo es el resultado del funcionamiento de numerosas zonas cerebrales, de la misma forma que la interpretación de una obra sinfónica requiere de la intervención de numerosos músicos. Pero lo curioso de los tramos superiores de la interpretación de la conciencia es la ausencia de un director antes de que el concierto empiece, aunque a medida que el concierto se va desarrollando, el director cobra existencia. Y entonces un director dirige la orquesta, pero es el concierto el que ha creado al director (el sujeto, el sí mismo) y no al revés”.

Moviéndonos en el campo de lo micro fisiológico nos señala que las neuronas son células especiales; su característica diferencial está en su capacidad para producir señales electroquímicas susceptibles de cambiar el estado de otras células.Cuando la corriente eléctrica llega a la punta de la neurona, la sinapsis, provoca la liberación de una molécula química, un transmisor, que a su vez actúa sobre la célula inmediatamente siguiente de la cadena; como ejemplo visible cuando la célula siguiente es un fibra muscular la consecuencia es el movimiento.

Homeostasis
Una de las tesis del libro es mostrar que la función última de las neuronas (es decir del cerebro) es gestionar la vida. Como es sabido la vida es un estado precario, sólo posible cuando se cumplen simultáneamente un gran número de condiciones en el interior del cuerpo: cantidad de oxígeno, anhídrido carbónico, nutrientes (azúcar, gras, proteínas),  pueden variar sólo dentro de un estrecho margen; lo mismo cabe decir del pH, de la temperatura, etc. Es decir que la vida requiere que el cuerpo mantenga a toda costa una colección de intervalos de parámetros para docenas de componentes. El proceso por el que se alcanza este estado de equilibro se denomina homeostasis. El cerebro se ocupa de ese equilibrio homeostásico.

Valor biológico

Es interesante también el capítulo que nuestro autor dedica a las diversas moléculas químicas relacionadas con los estados de recompensa o de castigo y por tanto relacionadas con el valor. Entre las más conocidas podemos citar la dopamina, la noradrenalina, la serotonina, el cortisol, la oxitocina y la vasopresina, entre otras.

Cuando los mapas cerebrales se desvían en una dirección que no contribuye a la supervivencia son experimentados como dolor o castigo. Cuando los tejidos operan en la parte mejor del intervalo homeostático, el mapa cerebral de los estados correlativos se vive como placer o recompensa. Lo bueno se señala con la secreción de la dopamina o la oxitocina; la amenaza se marca con la hormona que secreta el cortisol o la prolactina. Estas sustancias se fabrican en diversos núcleos cerebrales y se distribuyen por otras partes del cerebro y del resto del cuerpo. 

Mapas y mentes 
Damasio afirma “la mente es la impresionante consecuencia de la incesante y dinámica elaboración de mapas en el cerebro”. Entiende por contenido de los mapas todo aquello con lo que hemos interactuado mediante la vista, los sonidos, el tacto, los olores, los gustos, los dolores, los placeres, etc. o sea las imágenes. Las imágenes presentes en la mente son los mapas momentáneos que el cerebro levanta de todo, tanto de lo concreto como de lo abstracto. También son imágenes las sensaciones que constituyen el transfondo de cada instante mental. A las imágenes en la mente se les confiere mayor o menor prominencia en la corriente mental según el valor que tengan para el individuo. Las imágenes se forman tanto a través de la percepción como del recuerdo, aunque no seamos conscientes de ello. Y nos advierte, "muchas imágenes nunca consiguen los favores de la conciencia  y no son oídas ni vistas directamente por la mente consciente, pero están ahí y pueden influir en nuestro pensamiento y acciones". 

La simulación de estados corporales 
También es sugestivo el capítulo que  habla de las neuronas espejo. Merced a ellas el cerebro puede simular ciertos estados corporales como si en realidad ocurrieran. Simular un estado corporal sin producirlo en realidad contribuye a reducir el tiempo de procesamiento y a ahorrar energía.

El hecho de que el cuerpo pueda representarse en el cerebro es esencial para que se cree una identidad reflexiva. Y dado que podemos representarnos nuestros propios estados corporales, también podemos simular los estados corporales equivalentes de los otros. He aquí la empatía.
Otro interesante capítulo es el que habla de emociones y sentimientos. Entre otras observaciones al respecto nos dice que una emoción negativa como la tristeza conduce a recordar ideas de hechos negativos, mientras que una emoción positiva hace justo lo contrario. Algo en paralelo se podría decir de las actitudes pesimistas y optimistas. Particularmente interesante me parece la observación de que la tristeza, ralentiza el pensamiento, mientras que la alegría, puede acelerarlo.

A estas alturas del libro ya es fácil responder a la pregunta ¿Por qué se impuso la conciencia? En efecto La conciencia se impuso en la evolución porque ha contribuido significativamente a la supervivencia de las especies que disponían de ella. La conciencia, incluso en sus niveles más simples, interviene en la optimización de las respuestas a las circunstancias medioambientales. Las imágenes aportan detalles acerca del entorno, detalles que sirven para mejorar la precisión de la respuesta. A medida que el sí mismo como proceso se hizo más complejo y se pusieron en juego funciones como la memoria, el razonamiento y el lenguaje, que coevolucionaron, la conciencia aportó otras ventajas relacionadas con la planificación y la deliberación.


El contenido  del libro que estamos comentando es denso, a veces un poco difícil por la complejidad de los asuntos que trata; pero el resultado es muy apreciable por el esfuerzo de divulgación que se hace y porque significa una indudable aportación al conocimiento del funcionamiento del cerebro humano; tras su lectura se desvanece cualquier idea de misterio o de abismo insondable en nuestras mentes;  no obstante se reconoce lo mucho que todavía nos queda por descubrir; pero es una cuestión de tiempo, no de naturaleza.

No hay comentarios:

Publicar un comentario