jueves, 13 de junio de 2013

Entrevista a Emilio Lledó



El Profesor Emilio Lledó tiene una relación privilegiada con Santander merced a la Universidad Internacional Menéndez Pelayo ubicada en el palacio de la Magdalena. Sus cursos magistrales producen una entusiasta recepción en sus numerosos alumnos y es en este ámbito en el que hemos tenido la oportunidad de entrar en contacto con él. Miembro del Club Lector de Peonza desde 2002, en esta ocasión podemos contar también con sus siempre interesantes reflexiones sobre el leer y el pensar.


1) Vd. ha dicho en alguna ocasión que uno de los signos más graves de la crisis de nuestro tiempo es que estamos dejando de pensar. ¿Puede ampliarnos esta idea?

Con dejar de pensar me refiero, sobre todo, a la capacidad de plantearse, de una manera original, creativa, personal, la interpretación de los sucesos de los que tenemos noticia. En un mundo como el que nos ha tocado vivir, donde es más fácil comunicarse y el que estamos continuamente sometidos a la presión y también a la manipulación de muchos medios de información, podemos "funcionar" mentalmente con uno de los fenómenos comunicativos más destructores para el pensamiento: las "frases hechas", las palabras que al repetírnoslas, empiezan a estructurar una serie de reflejos condicionados que provocan respuestas automáticas, irracionales, agresivas muchas veces. Vivimos de estos reflejos y actuamos, o podemos, actuar con ellos. El pensamiento, aprisionado por estos condicionamientos, languidece y se hace inservible.

2)      También ha manifestado en alguno de sus ensayos su preocupación, su temor  por la palabra escrita. ¿Cuáles son, en su opinión, los peligros que la acechan?

La palabra hablada o escrita es la característica esencial de los seres humanos. No creo que la acechen muchos peligros, si lo que hablamos o escribimos brota del ser que somos, de la palabra que somos. Sobre todo si cultivamos ese don maravilloso de entender, de querer la  verdad.

3)      ¿Qué se debería hacer para que el panorama planteado en las preguntas anteriores cambie? ¿Es Vd. optimista al respecto?

Creo que hay que fomentar la libertad, la verdadera libertad. Porque hay una falsa libertad, la libertad como "palabra hecha", como frase gastada, como concepto manipulado. Me ha sorprendido, una vez más, la utilización del eslogan "libertad de enseñanza" que se ha visto en la manifestación de obispos, políticos, ciudadanos del 12 de noviembre. Me gustaría saber, de verdad, qué piensan bajo la palabra libertad. ¿Qué es lo que realmente quieren o pretenden? Ese eslogan de la libertad, sí que habría tenido sentido en el franquismo; pero parece ser que el dominio de la dictadura del "nacional-catolicismo", les gustaba a los padres o a los abuelos de los que, precisamente ahora, se desgañitan proclamándola. Es curioso que países como Francia o Alemania, con una magnífica enseñanza pública no estén preocupados por salir a la calle con sus obispos al frente reclamando libertad de enseñanza. Entristece esta "catolización" y este más o menos larvado fundamentalismo. De todas formas, hay que permanecer optimistas. Lo malo es que con esas mentes es imposible dialogar. Muchas de ellas, con todos los respetos, defienden intereses, parcelas de poder sobre las conciencias. Poder mental y poder económico. Por supuesto que hay que pensar que buena parte de esos manifestantes son, digamos, inocentes de las manipulaciones mentales que pueden haber sufrido a lo largo de su "educación". Su indefensión es consecuencia de la ignorancia y de la cantidad de frases hechas con que se les ha condicionado.

4)      ¿Qué papel puede jugar la lectura en este proceso? ¿Cómo ve el estado de la lectura en España?
La lectura, el fomento "amoroso" de la lectura, de los libros que dan libertad, que enseñan libertad para poder pensar, es una manera de escapar del imperio del fanatismo religioso, político, ideológico. Y también una liberación del dominio de las imágenes que, con la televisión, constituyen buena parte de la educación. El mundo de las imágenes, a través de los modernos medios de comunicación que, no tienen, en principio, que ser perniciosos para la formación y felicidad de los ciudadanos, se puede convertir en una fuente de ofuscación para ver la realidad, en una falsificación. El insistente chisporroteo televisivo puede lesionar la fluidez y "continuidad" que la lectura y el pensamiento requiere. La "cultura" del leer, de imaginar libremente, de cuidar el pensamiento abstracto  (logro supremo del ser humano) ha de venir de la escuela, por el "medio de comunicación" de los profesores que sientan la excepcional importancia de la educación, y que sean capaces (porque así lo sientan ellos mismos), de inspirar, de transmitir amor por la lectura.



5)      En todas las etapas históricas ha habido una preocupación por la juventud como corte o ruptura generacional que menosprecia los valores culturales tradicionales exhibiendo otros que a los adultos les parecen menos aceptables. Esta es la crítica que se hace a los que son críticos con algunas de las derivas de los jóvenes actuales. ¿Cree Vd. comparable la preocupación de los antiguos griegos con respecto a aquella  juventud y la preocupación  actual de las generaciones adultas con la juventud de hoy?

En la cultura griega hubo una gran preocupación por la "pedagogía" que es, como sabemos, una palabra griega, un invento griego. El invento sin el cual no es posible la democracia. Pedagogía significaba "llevar a los niños", llevarlos a la enseñanza, hacerlos ciudadanos, hacerlos seres vivos. En la educación griega lucharon, por así decirlo, los valores tradicionales de la sociedad aristocrática con los de la incipiente sociedad democrática. La extraordinaria creatividad de esta cultura que inventó (son nombre griegos) la física, la política, la filosofía, la ética, la retórica, la poética, la historia, la lógica, la democracia, etc. y que creó ese prodigio de humanismo y de humanidad como la escultura de Fidias, de Praxiteles, de Kresilas, fue fruto de esa incesante lucha por la libertad de pensar, de decir la verdad, de sentir la belleza, percibir la bondad como una característica de un ser humano superior y ejemplar. Los ciudadanos de nuestro tiempo que, en buena parte vienen de esa cultura, abotargados de informaciones muchas veces deformantes, tienen que recuperar algunos de los más elementales y más estimulantes valores: la importancia fundamental de la palabra; el sentido de la búsqueda de la verdad, de la bondad, de la belleza, de la justicia, de la amistad con el mundo y con los otros. Estos conceptos generales tienen que concretarse en Instituciones y en una educación que los posibilite y los cultive. De lo contrario quedarían en el cielo impreciso y falsamente consolador de los buenos deseos. Si los padres, los educadores, los políticos son incapaces de fomentar esos valores es que se ha perdido el interés por ellos o, incluso, que ya ni siquiera saben que existen. Eso sería, por mucha tecnología que tengamos y por muchas videoconsolas que compremos, una vuelta a la animalidad, a la caverna, a la miseria.

6)      ¿Qué papel cree que deben jugar las instituciones políticas en el fomento de la lectura entre niños y jóvenes  y qué instituciones deben implicarse en esta labor?

Debe ser una cuestión central de un partido político al que, de verdad, le importe el progreso de la sociedad, más que el provecho de una determinada clase de política que pudiera incurrir en la monstruosidad de protegerse a sí misma, a sus ocios, a sus amigantes, a sus amigoides. Una sociedad sana y no estupidizada ha de procurar que semejantes políticos no lleguen jamás al poder. La institución que debe empeñarse en la formación de ciudadanos libres es, sin duda, la enseñanza pública. Una enseñanza pública bien protegida económicamente, bien organizada y programada para el cultivo de la sensibilidad y la inteligencia. La enseñanza privada y concertada, en muchos casos, es o puede ser, con todos los respetos, una fuente de desigualdad, de elitismo fundado en aquello que no crea, en principio, "elites" intelectuales o morales, en el dinero y en la discriminación por razones económicas.

7)      Como gran conocedor de Alemania y de sus instituciones culturales. ¿qué interpretación hace del hecho de  que la sociedad culta y lectora alemana fuera la que aupara la ascensión de Hitler al poder y asumiera su política?

Es para mi un misterio, a pesar de los muchos años pasados en Alemania, cómo fue posible esa incultura, con un excelente sistema de enseñanza pública con la que no ha podido competir la privada, con magníficas Universidades. Tengo, por supuesto, mi opinión sobre  ello: pero necesitaría más espacio que el de esta entrevista y no me atrevo, ahora, a improvisar y sintetizar tan interesante y tan difícil problema.

8)      ¿De qué manera la sensibilidad cultural puede contribuir a conformar una sociedad más democrática?

No puede existir una sociedad democrática (palabra griega también, como oligarquía, tiranía, demagogia) sin el interés, me atrevería a decir, la pasión por la cultura que crea vida, que da vida en todos sus sentidos.

9)      ¿De qué libros de su infancia y adolescencia tiene un recuerdo especial?

Del "Diccionario General Etimológico de la Lengua Española" de Roque Barcia, en cinco volúmenes que me regaló un soldado de las Brigada Internacionales, en Vicálvaro, durante la Guerra Civil y que me llegó a divertir como aquellos tebeos que, con nueve o diez años, yo mismo me dibujaba.

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Bibliografía

Emilio Lledó nació en Sevilla en 1929. En 1933 se trasladó con su familia a Madrid donde cursó el Bachillerato e inició estudios universitarios de Filosofía y Derecho, aunque después abandonó la carrera de Derecho para dedicarse a la Filosofía, especialidad en la que se licenció en 1952.
A continuación marchó a Alemania para preparar el doctorado en la Universidad de Heidelberg. Tras venir, en 1955, a España a defender su tesis doctoral en la Universidad de Madrid volvió a la Universidad de Heildelberg donde trabajó como profesor asistente hasta 1962.
A su regreso a España ejerció como catedrático de instituto en Valladolid. Después fue catedrático en la Universidad de la Laguna (Tenerife), Universidad de Barcelona y la UNED, donde ocupó el cargo de vicerrector.
En 1988 fue elegido miembro vitalicio del Instituto para Estudios Avanzados de Berlín y es miembro de la Real Academia de la Lengua Española desde 1993. En 2004 presidió el Consejo de notables para la Reforma de los medios de comunicación públicos.

Entre sus numerosas obras publicadas figuran:
Filosofía y Lenguaje (1970). Lenguaje e Historia (1978). El silencio de la escritura. Editorial Espasa Calpe. Madrid,1998. La Memoria del Logos. Editorial Taurus. Madrid, 1996. El surco del tiempo (1992). Memoria de la Ética. Editorial Taurus. Madrid,1994. Días y libros (1995). Imágenes y palabras (1998). Del pensar y su memoria (Uned, 2004) y Elogio de la infelicidad. Editorial Cuatro Ediciones. Valladolid 2005.

Emilio Lledó se ha hecho acreedor de numerosos premios y reconocimientos entre los que podemos citar:
1987 Finalista premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades.
1987 Gran Cruz de la Orden Civil de Alfonso X el ´Sabio
1990 Premio Alexander von Humboldt, concedido por el Gobierno alemán.
1992 Premio Nacional de Ensayo por la obra "El silencio de la escritura".
2003 Es nombrado Hijo predilecto de Andalucía.
2004 Premio Menéndez Pelayo otorgado por la Universidad Internacional Menéndez Pelayo.

(Entrevista publicada en Peonza nº 77, junio de 2006)

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