domingo, 2 de junio de 2013

UNA NUEVA MANERA DE MIRAR



¿Cuáles son los vehículos y los estímulos que han formado la estructura mental de un alumno actual de un instituto? ¿Qué materiales constitutivos han conformado su mente? ¿De qué forma influye todo ello en su manera de ver el mundo? ¿Qué visión tiene de la lectura y qué papel juega en su vida? ¿Cómo abordar la animación a la lectura en el siglo XXI? Estos son algunos de los interrogantes sobre los que gira la reflexión del presente artículo.


Decir que Internet es el nuevo paradigma de la sociedad de la información es una obviedad; lo es también que cada día más aspectos y actividades de la vida cotidiana tienen su reflejo en mundos virtuales. Pero a veces lo obvio, por serlo, se escapa al análisis y pasa desapercibido. Por ejemplo, desde el punto de vista de la lectura, la Red se puede presentar como un nuevo soporte del texto; esto también parece obvio. Sin embargo Roger Chartier nos ha demostrado que cada etapa histórica desarrolla unas formas de lectura y de apropiación de sentidos acordes con la manera de producir textos; y,  a su vez, los diversos soportes en donde se presentan dichos textos provocan la aparición de diferentes prácticas lectoras.

Por tanto con la utilización de textos digitales se está modificando la forma de leer. Si aceptamos que las formas de lectura llevan asociadas unas determinadas formas de pensar, debemos reconocer que los nuevos soportes están produciendo nuevas prácticas lectoras; prácticas que a su vez se reflejarán en nuevas maneras de pensar. En realidad se trata de un lenguaje, intelectualmente diferente, que rompe la práctica lineal y condiciona la capacidad de introspección tal como la entendemos actualmente. Y como se ha dicho, este lenguaje contribuye a la ascensión de nuevas formas de comunicación, a nuevas vías de acceso al conocimiento y en definitiva a una nueva manera de organizar nuestro entendimiento. Una cuestión importante es saber cómo está afectando todo esto que venimos señalando a las actitudes ante el libro y la lectura de niños y jóvenes.
 
2. Cambios y efectos
Porque si tenemos en cuenta la influencia de estos nuevos escenarios de aprendizaje y socialización en los hábitos intelectuales de quienes todavía no los tienen suficientemente arraigados, debemos admitir que las estructuras mentales de nuestros adolescentes se están conformando de una manera distinta a como se vinieron configurando en las generaciones anteriores más próximas.
Siempre ha habido cambios y cada generación ha tenido los suyos, pero hay mayor distancia entre los cambios de las últimas décadas y los de las inmediatamente anteriores, que entre los que se produjeron a lo largo de todo el siglo XX con respecto a siglos pasados. Porque es la esencia de dichos cambios la que es radicalmente distinta en ambos períodos.
No olvidemos tampoco que los cambios técnicos son más rápidos que los sociales y que éstos a su vez van por delante de los psicológicos; aunque observemos inmediatamente que cuando los primeros se aceleran también aumentan su ritmo los demás ámbitos.

Dos discursos contrapuestos se han abierto paso en el debate sobre la nueva etapa de la información y el futuro del libro y la lectura. Según algunos esta nueva tecnología será una magnífica herramienta para el desarrollo de nuevas formas de cultura, el motor de las grandes revoluciones culturales del siglo XXI. Para otros, con la progresiva hegemonía de la  tecnología electrónica quedan amenazadas las cualidades esenciales de la escritura y la lectura, asociadas a la reflexión, detenimiento, profundidad y solidez del texto. 

Sin aceptar rotundamente ninguna de estas dos tesis antagónicas, tampoco debemos ignorar hacia donde apuntan y qué peligros delatan cada una.
Por lo demás, ambas corrientes reconocen la envergadura y el calado de los cambios que hemos señalado. Y no es difícil convenir en que dichos cambios están influyendo en la mirada de la sociedad sobre el mundo. Pero tampoco es desatinado arriesgar que estos efectos tendrán más importancia en niños y adolescentes cuya mirada se está conformando con dichos cambios; o incluso que son éstos el material constitutivo de la mirada que se está configurando en niños y jóvenes; la base sobre la que se está instalando la forma de ver el mundo y las cosas, el material sobre el que se está modelando la forma de estar y de ser.
Esta es la mirada que ahora nos debe interesar; la que pone en juego otras formas de enfocar, y que enfoca otras zonas de interés. Una mirada que tiene que ver con esa visión cambiante del mundo, a base de informaciones rápidas y fugaces, de saberes que se saben relativos y caducos, de mundos de impresiones inestables. Una mirada cosmopolita sobre un espacio que tiende a homogeneizarse. Una mirada distinta de la del adulto configurada con otros hechos y otras lecturas; por eso podemos mirar lo que ellos miran pero no podemos ver lo que ellos ven ni, sobre todo, cómo lo ven ellos; nuestras miradas no están procesadas en los mismos registros ni discriminan la mismas categorías; estamos en distinta onda. Y sin ser esto una diferencia insalvable, es conveniente que la tengamos en cuenta cuando queramos aproximarlos a la lectura.


La educación lectora y la formación de hábitos lectores, tiene así que partir de la asunción de esta nueva tecnología como un nuevo estadio social en el desarrollo de la comunicación humana;  es un nuevo código de comunicación que, sin embargo, no debe borrar a los otros. Por eso nuestra labor  no debe ser la de separarlos, discriminar unos sobre otros o ignorar la línea de continuidad que subyace entre ellos. Al contrario, debemos integrar modos y técnicas de comunicación para potenciar sus efectos, reconociendo que no pueden tener todos el mismo tratamiento y que en el más reciente modo la información ha pasado ha jugar un papel central.
Ahora ya, no sólo se trata de que los nuevos medios técnicos estén presentes en Bibliotecas y en aulas, que deberíamos darlo por supuesto, sino que tienen que jugar el papel que están jugando en la sociedad, y no como mero recurso testimonial. Es mucho el protagonismo que todavía deben ganar en los medios educativos para que los alumnos hagan de ellos un uso cotidiano. 
Conseguida esa normalidad tecnológica en las aulas debemos fomentar la lectura como otra forma más de acceso al placer intelectual, también desde Internet. Nuestros alumnos tienen que ver entre el libro y la Red una relación de complementariedad, no de exclusión o de sustitución. La convivencia armoniosa entre ambos vehículos de la cultura no puede hacer otra cosa que enriquecer a quien los utiliza y favorecer su utilización. Es la reciprocidad frente a la incompatibilidad, la interrelación frente a la sustitución.

Entre los muchos jóvenes que han perdido el hábito lector al llegar a la adolescencia, uno de los posibles caminos  para el reencuentro con la lectura gozosa pasa sin duda por la Red. Por eso nuestros alumnos no pueden recibir constantemente el mensaje de que libros e Internet caminan por mundos distintos; porque entonces estamos reproduciendo las dos realidades, los dos mundos: el de los libros en el aula y la Biblioteca, y el otro de la Red y de la imagen, el suyo. En tal disyuntiva esos jóvenes siempre optarán por la Red. Al des-calificar ese mundo como virtual, le restamos validez pretendiendo des-virtuar una realidad que, como efecto contrario, resulta estimulada; y cuyo poder de sugestión resulta potenciado ante  la importante capacidad adictiva de estas edades. 

Tenemos pues que buscar y promover formas de animación a la lectura acordes con las nuevas presentaciones de textos escritos y con los nuevos caminos de acceder al conocimiento. Alternemos la Biblioteca o el aula con la animación a la lectura en el Aula de informática, mientras no haya ordenadores en todas las aulas. Hay que llegar a la lectura como medio de diversión desde la utilización del recurso más divertido y desde la diversión a la que más se recurre. Hay que hacer de la lectura un espacio de placer a partir del Ciberespacio de la Red. Debemos desarrollar técnicas de animación a la lectura desde este medio y aprovechar las posibilidades que nos ofrece de escribir y de jugar con la escritura para asociar ésta con la lectura, como algunos compañeros pioneros ya han empezado a hacer.

He aquí una importante tarea para colegios e institutos y una obligación para las administraciones que deben dotar de los medios, preparar al profesorado y contemplar estos tiempos en los horarios. Actualización del artículo publicado en Peonza nº 77.

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