martes, 4 de marzo de 2014

LEER NO ES SOLO LEER LITERATURA (I)


La animación y formación lectora, cuando se hacen en Secundaria, se llevan a cabo desde el área de Lengua y Literatura. Pero los alumnos de esta etapa tienen que hacer frente a textos de otras áreas en donde no predomina la narración, sino la argumentación, la clasificación o la abstracción, estructuras textuales con las que no han tenido oportunidad de familiarizarse. Tales propuestas textuales no pueden leerse como una novela, ni es la imaginación lo que hay que activar, sino la reflexión, el razonamiento y la reconstrucción mental. El presente artículo sostiene que la formación lectora hay que hacerla desde todas las áreas y por todos los profesores. 
 
1.- La lectura desde la etapa de Secundaria
Con frecuencia podemos observar que alumnos de Secundaria tienen rendimientos académicos bajos porque se sienten incapaces de entender el sentido de determinadas páginas impresas. Es posible que puedan disfrutar con la lectura de un relato pero se pierden

ante una argumentación o una reflexión con un cierto grado de complejidad. En realidad están aplicando el nivel de lectura de entretenimiento que aprendieron en Primaria y que allí quizás les bastaba pero, ante las exigencias intelectuales que les demandan los nuevos textos, no sólo no pueden abordarlos con seguridad y eficacia sino que se sienten desbordados por ellos.
   
Comprender los diversos materiales de lectura, saber enfrentarse a los distintos tipos de textos, constituye un problema educativo central en la Enseñanza Secundaria.
Y no nos estamos refiriendo al saber leer en sentido literal que todos damos por supuesto, ni siquiera a la lectura por placer como ha quedado dicho; estamos hablando de esa competencia lectora necesaria para aplicarla con rigor e inteligencia a las distintas propuestas textuales y contextuales; una competencia capaz de desplegar distintos niveles y formas de lectura para adoptar diversos grados y tipos de comprensión en función de las necesidades que los variados textos demandan.

Una capacidad así implica que los alumnos puedan afrontar con éxito cualquier tipo de texto ya sea éste informativo, expositivo, reflexivo o explicativo, de los cuales se derivan otras tantas estructuras textuales, que son las que se encuentran en las disciplinas escolares que el estudiante tiene que cursar; pero como la actividad lectora se fomenta fundamentalmente desde el área de Lengua y Literatura, la lectura se ejercita mayoritariamente con textos

narrativos; en consecuencia, las otras estructuras textuales no le son tan familiares al joven  adolescente; y quizás esta compartimentación no sea tan nítida en Primaria, pero sí lo es en Secundaria; así lo muestran estudios recientes en España que constatan la ausencia de las prácticas de lectura necesarias para un aprendizaje desde los diferentes textos procedentes de las variadas materias.[1]

2.- Estudiar, una forma de leer
De este modo se explica la confusa percepción que el adolescente tiene acerca de lo que es la lectura, que en general la asocia con la novela.[2] Al establecer una separación tan radical entre leer y estudiar se pueden comprender las dificultades que algunos tienen para estudiar desconociendo que ésta es una forma de leer.

Aunque esta nueva dimensión lectora ya ha sido iniciada en los últimos años de Primaria, es ahora cuando las cuestiones académicas urgen al estudiante otras destrezas intelectuales; en realidad son tres los posibles objetivos del lector adolescente: divertirse, informarse o comprender-explicar un texto; cada uno de ellos requiere una forma de lectura cuyo grado de exigencia y complejidad es progresiva; y así por ejemplo, la capacidad de leer para adquirir conocimiento le va a demandar un grado de comprensión mayor de lo que hasta ahora estaba acostumbrado; será mayor que la mera obtención de información y ésta a su vez será de
mayor exigencia que la lectura de entretenimiento. Por eso, quien es capaz de hacer una lectura de entretenimiento no tiene asegurada su capacidad para informarse, ni mucho menos para hacer una lectura que incremente la comprensión (explicar algo). En cambio, quien hace una lectura comprensiva no sólo podrá leer por entretenimiento (disfrutar de algo), sino que encontrará mayor entretenimiento en su lectura y será más fácil captar la información (conocer algo). Pero esta reflexión que vale en términos generales, no sirve si no tenemos en cuenta la naturaleza y las diversas estructuras textuales que abordaremos en otro momento.

3.- Textos, contextos y soportes
Además al joven estudiante se le está añadiendo una nueva situación en el caso de que todavía no haya sido afectado por ella; nos referimos a los textos digitalizados que ejercen su propia influencia al demandar nuevas formas de lectura derivadas de una información dinámica distinta de la naturaleza estática del mensaje impreso; y es bien sabido que esto no ha hecho más que empezar pues, cada vez más, el alumno se encuentra con propuestas textuales en las que se mezclan elementos provenientes de géneros literarios distintos, se insertan manifestaciones extraliterarias y recursos no verbales o se crean nuevos productos culturales trasgresores con las formas literarias clásicas.

Diversos estudios señalan el modo en que la navegación por la topología de textos digitales

(con sus enlaces y su dimensión paraverbal) crea nuevas condiciones para la escritura y la lectura y por tanto para que ambas produzcan y expresen nuevos tipos de subjetividad.[3] Junto a la desmaterialización de la comunicación, Roger Chartier añade la transformación de la posición del individuo que participa en ella al modificarse la consideración que hasta ahora se ha tenido de los textos, así como de la producción, edición y difusión de los mismos.[4]

Se hace pues inevitable revisar la identificación de lectura y libro, como también es necesario reflexionar sobre la configuración de nuevos itinerarios lectores, la aplicación de los diferentes tipos de lectura y, en definitiva, la formulación de nuevas formas de leer.
(Adaptación a partir del artículo publicado en Peonza nº 92)

[1] Miret, Inés: “Bibliotecas escolares, (aún más) hoy” en La lectura en España. Informe 2008. Fundación Germán Sánchez-Ruipérez y Federación de Gremios de Editores de España. Madrid, 2008. pp. 101-103
[2] Contreras, Jesús.: “Leer en tiempos modernos: adolescentes y jóvenes profesionales frente a la lectura” en La lectura en España. Informe 2008. Ibidem p.153 

[3] Hayles, N. Kathrine: “La condición de la virtualidad” en  Sánchez-Mesa, Domingo, compilador: Literatura y cibercultura, Editorial Arco/libros. Madrid,  2004  p.68.

[4] Chartier, Roger: “Aprender a leer, leer para aprender”  en  La Lectura en España. Informe 2008.  Ibidem.  p.34

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