viernes, 6 de febrero de 2015

Las cien vidas del filósofo Sócrates


Autor: Yan Marchand
Traductora: Sara Álvarez Pérez
Ilustrador: Yann le Bras
Editorial: Errata Naturae, Madrid, 2013. 15,50 €

“Nadie por ser joven dude en filosofar, ni por ser viejo de filosofar se hastíe” dijo Epicuro; este libro es una muestra más de que no hay que esperar a determinada edad para introducir a los jóvenes en esta disciplina. La filosofía surge porque la realidad da que pensar y el pensamiento lleva a la conjetura y a la interrogación. También es sabido que ambas cualidades son inherentes a la etapa infantil en donde la capacidad de hacer preguntas es casi ilimitada; sin embargo la experiencia nos dice que esta facultad se atrofia si no se cultiva. Por eso encauzar esa inquietud y potenciar el desarrollo de una mente abierta y reflexiva es la mejor medicina que los adultos pueden administrar a los niños; y también será el mejor antídoto contra la actitud pasiva y desinteresada que acepta las realidades sin cuestionarse nada.

El libro que aquí presentamos va en esa dirección; forma parte de la colección Los pequeños platones de gran acogida en Francia y por su propuesta y tratamiento merecedora de la misma repercusión entre nosotros. Entre las entregas ya publicadas se ha hablado de Diógenes, Kant, Marx, Descartes y Platón.

En esta ocasión el filósofo invitado es Sócrates. Aquí aparece, no como el maestro que cautiva a sus discípulos sino, ya muerto, en el mundo de las almas; en este país de los muertos, las almas esperan un juicio por el que tendrán mil años de placer si tuvieron una vida justa, o mil años de sufrimiento si hubiera sido injusta su conducta. Tras lo cual se vuelven a reencarnar de nuevo en otras vidas; y así como tábano, como perro y como preso en sucesivas vidas Sócrates utiliza su sabiduría para ayudar a Trasímaco cuya actitud le lleva indefectiblemente a ser castigado tras cada una de sus muertes a sufrir durante mil años.

La agudeza y sabiduría del filósofo se abre paso con naturalidad entre el humor y la ternura de los personajes, convirtiendo el ejercicio de pensar en una actividad intelectual fascinante y divertida. El mérito está en la sencillez y la amenidad con la que el autor aborda cuestiones que podrían ser consideradas complejas o difíciles.
No es que la filosofía sea inaccesible para el niño; es el vehículo por el que se accede el que la hace inteligible o no.

Hasta los 9 ó 10 años puede leerse acompañado de un adulto lo que será una gran oportunidad para dialogar entre ambos. A partir de esta edad lo podrá hacer el lector sólo en un genuino y placentero ejercicio intelectual.
(PM) Publicado en Peonza nº 106-107. Octubre 2013

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