martes, 2 de junio de 2015

Globalización


Autor: George Soros
Traductor: Rafael Santandreu Lorite
Editorial: Planeta, Barcelona, 2002
 
El autor de este libro es George Soros, un húngaro que sobrevivió a la ocupación nazi, huyó a Inglaterra con 17 años tras la instauración del régimen comunista en su país, y se trasladó con 26 años definitivamente a Estados Unidos. A partir de la gestión de un fondo de inversión internacional que él mismo fundó comenzó a acumular una enorme de fortuna. En un solo día de 1992 logró ganar alrededor de 1000 millones de dólares al obligar a devaluar la libra esterlina. También consiguió buenos dividendos de las continuas devaluaciones de la peseta (5, 6 y 8 %) entre 1992 y 1993.
No se considera un hombre de negocios sino un crítico del sistema.  Gana dinero como crítico del mercado. Digamos que es un excelente analista financiero.

Este libro, anterior al estallido de la crisis de Leman Brothers, plantea sin embargo algunas de las fallas del sistema de la globalización que él consideraba podrían quebrar. Advertía por ejemplo de la inflación de las propiedades inmobiliarias y de las acciones a crédito. En una entrevista manifestó entonces que “las burbujas, aún cuando sean identificadas con anticipación, no es fácil evitarlas porque si el banco central lo intentara provocaría una fuerte contracción en la actividad económica, o sea el enlace que tratamos de evitar”.  Seis años más tarde esta burbuja estalló con las consecuencias que todos conocemos.
La preocupación central del libro es el, cada vez, mayor desequilibrio internacional y por ende la cada vez mayor inestabilidad del sistema global como consecuencia de la inadecuación (por anacrónicos) de las instituciones que se encargan de sostener dicho sistema. Fundamentalmente son cuatro instituciones internacionales, la Organización Mundial del Comercio (OMC), la Organización Internacional del Trabajo (OIT), el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM).
Cree que tanto los fundamentalistas del mercado (neoliberales) como los activistas de la antiglobalización (la izquierda de la izquierda) pueden destruir estas instituciones y eso tampoco sería lo que necesitamos; lo que él propone es mejorarlas, hacerlas más fuertes lo que quiere decir que no deben depender de la influencia de ningún estado. Porque los estados tienen intereses, pero no principios. A este respecto considera que Estados Unidos es el mayor obstáculo para la cooperación internacional ya que está resueltamente en contra de cualquier acuerdo internacional que pudiese afectar a su soberanía.

No encuentra una alternativa viable y realista a la globalización de la economía, por eso considera que lo que hay que hacer es racionalizarla,  ordenarla,  controlarla si es necesario para dotarla de estabilidad y equilibro; y atender a las necesidades de los países más perjudicados por este sistema que son los que están en vías de desarrollo. Aunque advierte que si bien los países de la periferia pueden encontrar doloroso pertenecer al sistema, la opción de salirse podría ser todavía peor.
Le parece fundamental la canalización de las ayudas a los países necesitados a través de sus propios ciudadanos y piensa que el mal gobierno es la principal causa de la pobreza.

En un tono divulgativo el libro analiza la dinámica de la economía global al tiempo que disecciona el funcionamiento de las instituciones financieras que la respaldan.

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