martes, 26 de noviembre de 2013

Estudio, biblioteca, consulta, internet


El estudio como tratamiento y manipulación de la información 
El trabajo en la biblioteca, consultando, comparando, contrastando o elaborando contenidos propicia un espíritu indagador, creativo y maduro, que es otra manera de potenciar el pensamiento formal al fomentar las habilidades del pensamiento científico formulando hipótesis, cuantificando resultados y elevando conclusiones. Decía Piaget, que enseñar algo a un alumno es hurtarle la posibilidad de que lo descubra por su cuenta; y Heidegger afirmaba que enseñar es dejar hacer. Pues bien, el trabajo de búsqueda y consulta de
información y su posterior reelaboración satisface estas expectativas. Así lo han visto esos compañeros que vienen utilizando la biblioteca como lugar de trabajo e investigación desde hace ya largo tiempo y con excelentes resultados; en realidad el estudio desde la biblioteca siempre ha sido recomendable, pero con el nuevo papel que ha pasado a jugar la información y comunicación en nuestra sociedad esta recomendación se convierte en una necesidad insoslayable e incluso urgente.


La biblioteca como lugar de orientación de la consulta

En efecto, la concepción de aprendizaje derivada del libro de texto, e incluso del libro en general se tambalea. Es cierto que la garantía de rigor y seriedad que inspira la letra impresa no siempre se siente ante la Red, sin embargo cada vez se acude más a este medio para informarse, haciéndolo más aún los jóvenes; por eso son muchas las voces autorizadas que alertan de la necesidad de la nueva alfabetización ante Internet; y también por eso hoy no es concebible un trabajo de consulta en la biblioteca sin tener acceso a Internet en la misma. Porque éste es el lugar desde donde el alumno debe aprender a obtener información, donde debe adquirir la capacidad de consultar con éxito a través de la letra impresa y a través de la Red y donde debe aprender a utilizar esa información de manera inteligente; he aquí alguna de las habilidades y competencias que se pueden y deben fomentar desde todas las materias y desde un espacio que debe concentrar la mayor riqueza de recursos de un centro docente; la biblioteca. Esto a su vez nos permitirá practicar y reflexionar sobre los diversos tipos de consultas que ofrecen los buscadores y romper esa especie de sentimiento azaroso que se desprende cuando se navega por el Ciberespacio con la impresión de que el aprendizaje está a la deriva.  
  
También es importante ayudar a los estudiantes a observar que el formato en que se presenta la información, aunque en el digital resulte más atractiva, no puede determinar la calidad del contenido. De hecho, hay mucha información valiosa que no se encuentra en la Red, siendo nosotros los que debemos optar por el soporte que más convenga en cada caso. Pero además sería un salto demasiado brusco desarrollar habilidades para acceder a la información de la Red, sin haber adquirido la capacidad necesaria para manejarse con soltura en la información impresa disponible en la biblioteca. Todavía tiene un gran peso la cultura del libro y una sólida formación de cómo adquirir y manejar la información bibliográfica es el mejor camino para utilizar con eficacia la información digital. En este sentido creemos que las propuestas de consulta y estudio que se hacen desde y con internet exclusivamente (Webquest y Caza del Tesoro fundamentalmente), siendo interesantes, son parciales al ignorar la consulta bibliográfica. 

 El método como mensaje
Pero el contenido a aprender no es solamente la elaboración personal de un tema o la asimilación de determinadas cuestiones, que no es poco; el contenido también es el método que se utiliza para llegar a conseguir esa capacidad personal de poder elaborar un texto bien construido y argumentado; el contenido es el camino seguido. Lo que el alumno está aprendiendo es el cómo aprender, la técnica para formarse una opinión más madura o más crítica. Por eso el contenido está en el método como procedimiento, porque el contenido también son las habilidades que se pretende que el alumno adquiera para consolidar unas bases de aprendizaje duraderas. Así ocurre, por ejemplo, con la elaboración de un texto propio a partir de la lectura paralela de diversas fuentes; en tal situación el estudiante se pone en las mejores condiciones para el verdadero trabajo intelectual; aprenderá a construir significado a partir de varios recursos de información y mantendrá una actitud activa escuchando diversas voces y sintetizando después para, finalmente, conseguir aprendizajes relevantes, significativos y vinculados a su red semántica.

Es indiscutible que la biblioteca se sigue manteniendo así en el centro de este nuevo tipo de aprendizaje, en la clave para aprender a aprender en un ambiente tecnológicamente rico. 
 
El libro de texto, aunque necesario a veces, se queda corto e inadecuado otras; con su información seleccionada y su secuencia lógica, es un recurso ideal para una época de recursos limitados y con escasez de oportunidades para acceder a información más amplia. Pero las habilidades que demanda el mundo que está fuera del Instituto pasan por la capacidad de aprender de la información tal como se la encuentra en las situaciones de la vida real; esto es, información  no pre-digerida, ni cuidadosamente seleccionada, ni lógicamente organizada. La misión del adulto, profesor o bibliotecario con respecto al joven usuario de la biblioteca consiste en orientarle en el doble espacio biliográfico de los libros de consulta y del ciberespacio. 
(Adaptación a partir del artículo Estudiar desde la Biblioteca  publicado en Peonza nº 81)

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